Doohan sentencia en su propia casa
El piloto australiano suma su quinto título consecutivo tras una nueva exhibición
Doohan sigue siendo el número uno. Delante de su público, de la más brillante de las maneras, ayer añadió otro ladrillo a la leyenda que se ha edificado en la categoría reina del Mundial de motociclismo. El Gran Premio de Australia, penúltima prueba de la temporada, supuso su 53ª victoria y demostró que los 500cc siguen siendo coto privado de este australiano de 33 años, que ya ha amenazado a los presuntos herederos con luchar por un sexto título en 1999. Ni siquiera hubo suspense. Después de dominar todos los entrenamientos, Doohan se lanzó dispuesto a certificar su título desde el arranque. En dos vueltas dejó sentenciada la carrera y los demás se pelearon por las migajas. Àlex Crivillé, que terminó tercero, luchará por el subcampeonato en la prueba final en Argentina, que se celebrará el próximo 25 de octubre.Doohan lo tenía todo a favor y no falló. Llegaba a su gran premio con una ventaja casi decisiva -21 puntos- después del último resultado en Cataluña y de la anulación de la carrera de Río de Janeiro. Dependía de sí mismo, aunque corría con la presión del local, delante de 51.000 fieles y contra el recuerdo de su absurda caída del año anterior. Nunca antes había logrado vencer en Phillip Island. Desde ayer, incluso esa barrera ha quedado derrumbada por la bestia de Brisbane, considerado en los dos últimos años el mejor deportista de Australia.
"Es uno de los días más maravillosos de mi vida", reconoció Doohan después de un interminable baño de multitudes. "Conquistar un título mundial delante de tu público es algo que está al alcance de muy pocos pilotos y supone una sensación increíble. Mi primer campeonato es inolvidable, pero este quinto tiene un significado especial".
Desde 1994, el Mundial de 500cc no ha conocido ningún otro campeón. "Le felicito porque ha sido el más fuerte y se merece al título", dijo Crivillé, que antes de la carrera apenas confiaba en alargar la vida del campeonato, a pesar de que tanto él como el italiano Max Biaggi aún tenían opciones matemáticas. Ahora sólo les queda pelear por el número dos.
La historia de la carrera fue sencilla. Así lo quiso Doohan, aunque en la parrilla de salida padeció unos instantes de incertidumbre. Durante la vuelta de salida de talleres se dio cuenta de que en su moto sólo funcionaban tres de los cuatro cilindros y sus mecánicos tuvieron que trabajar a destajo para arreglar la avería, aunque les beneficiaron las cuatro gotas que cayeron de repente y que retrasaron la salida unos minutos.
Después, en la vuelta de calentamiento, el piloto comprobó que había vuelto la normalidad y en cuanto se encendió el semáforo verde se marchó disparado sin que sus rivales pudieran seguirle.
Las dos primeras vueltas alucinaron a la concurrencia. Tras esos primeros nueve kilómetros, Doohan ya llevaba 2,5 segundos de ventaja a sus perseguidores. Allí acabó cualquier duda. "Después de salir tan bien, sólo quería superar la vuelta 17ª", explicó más tarde el vencedor, refiriéndose a la carrera de 1997, cuando se cayó en ese giro a pesar de gozar de una ventaja cómoda.
Esta vez no hubo desconcentración y Doohan recibió la bandera a cuadros como vencedor para revalidar su título mundial. En la última vuelta tuvo tiempo de saludar a los encendidos aficionados que celebraban su éxito, el séptimo de este año. En cuanto bajó de su Honda victoriosa, se abrazó a su novia, Selina, mientras sus admiradores invadían la pista.
Por detrás del campeón, la lucha resultó muy entretenida. Crivillé, el brasileño Alexandre Barros, el japonés Norick Abe y el neozelandés Simon Crafar se pasaron y repasaron, en un festival de frenadas y maniobras de riesgo.
Al final, la Yamaha de Crafar llegó segunda y el noi de Seva batió en el sprint final a Barros para poder subir de nuevo al podio en el circuito donde el año pasado consiguió la victoria. "Ahora toca empezar a pensar en la próxima temporada", dijo Crivillé. "Ser segundo o tercero no es importante", prosiguió el piloto. "Lo que quiero es luchar de nuevo por el título en 1999". Doohan volverá a ser el enemigo que hay que batir, pues ya ha dejado dicho que se plantea la retirada a partir del año 2000.
Crivillé, que en Australia visitó su séptimo podio de la temporada en 13 grandes premios, se coloca segundo en la clasificación general del Campeonato del Mundo, un punto por delante de Biaggi, que ayer sólo pudo ser octavo.
Carlos Checa, mientras, no llegó ni a tomar la salida, afectado por el malestar físico y psicológico que arrastró todo el fin de semana. "Me encuentro fatal, estoy sin pilas", explicó el futuro piloto de Yamaha. "Ahora necesito reposar y ni siquiera sé si estaré a punto para viajar a Argentina". Sete Gibernau tuvo una actuación breve, pues se cayó en la segunda vuelta y se dañó un dedo. Y Juan Bautista Borja se clasificó último.
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