La voz más lúcida de la 'perestroika'
El viernes ordenó una denuncia contra los comunistas por su antisemitismo
Galina Starovóitova, una de las figuras históricas de la perestroika, se disponía a firmar el lunes una carta dirigida al Consejo de Europa para que esta entidad ejerciera presión sobre Guennadi Ziugánov y dejara claro al líder comunista ruso que la tolerancia ante el antisemitismo y el fascismo no es bienvenida en Europa y tiene consecuencias negativas. Así lo manifestó telefónicamente a esta corresponsal Mijaíl Goffmann, uno de los ayudantes de la diputada asesinada, que recibió el encargo de escribir la carta el viernes, poco antes de que Starovóitova abandonara Moscú hacia San Petersburgo. "Lo discutimos en su despacho y la idea era limitar los desplazamientos de Ziugánov por Europa", explicó Goffmann, quien debía haberle presentado el texto en inglés el lunes.Ziugánov es miembro de la representación rusa en el Consejo de Europa. Starovóitova creía detectar crecientes tendencias fascistas en Rusia y reflexionaba sobre la posibilidad de utilizar las declaraciones antisemitas del general Albert Makashov, miembro de la dirección del Partido Comunista de Rusia, como argumento para pedir la prohibición legal de esta entidad. Para nacionalistas y comunistas, Starovóitova era la desintegración de la URSS personificada. El general Makashov la había demandado por haberle llamado "fascista" y la diputada, cuya influencia política había disminuido en los últimos años, había recibido una citación para justificarse ante los tribunales.
Radical, directa y apasionada, Galina mantuvo una estrecha relación con el premio Nobel y defensor de los derechos humanos Andréi Sájarov y con Borís Yeltsin, del que llegó a ser consejera en temas de nacionalidades entre 1991 y 1992. Etnógrafa de profesión, procedía de Leningrado y se había especializado en los pueblos del Cáucaso. En 1988, apareció en los clubes de debate semiclandestinos de Moscú, donde no era frecuente escuchar a un orador tan capaz de expresar con frases sintéticas realidades tan demoledoras. Y si el orador era mujer, mucho menos. Galina hizo muchísimo por la presencia activa de la mujer en política. Tan sólo el hecho de que propusiera su candidatura como ministra de Defensa o que considerara la posibilidad de llegar a ser presidenta del Estado fue una ruptura de tabúes y un desafío a la sociedad patriarcal rusa.Y ella era más apta para los desafíos que para el consenso.
Mientras otros personajes de la primera ola de la perestroika hacían carrera y fortuna, Galina se quedó, como copresidente de Rusia democrática, cuando esta organización era ya algo testimonial. Tras su alejamiento del Kremlin, impartió cursos y escribió libros en EEUU. Pudo haberse quedado en Nueva York, pero prefirió volver a Rusia y desafiar a quienes le aseguraban que su nombre había sido ya olvidado. Un distrito de San Petersburgo la eligió como diputada de la Duma en la última legislatura. Siendo candidata, el fiscal de San Petersburgo le advirtió que tuviera cuidado y que se protegiese. Por entonces, Galina no dormía más de dos noches seguidas bajo el mismo techo. Más adelante, se cansó de vivir pendiente de las amenazas. Y éstas se cumplieron el viernes junto al canal de Griboyédov.
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