Como antes de 1973
El persistente descenso de los precios del petróleo durante esta década es uno de los factores decisivos que explican la etapa de baja inflación que vive Europa. Desde 1990, el precio del crudo ha caído desde casi 25 dólares por barril hasta menos de la mitad, con subidas ocasionales y de escasa importancia. Pero en los últimos meses está registrando un verdadero desplome. El lunes pasado, el barril de brent cayó por debajo de los 10 dólares y es más barato, en valores constantes, que en 1973, antes del primer choque petrolero. Aunque el brent se recuperó ayer ligeramente, hasta los 10,53 dólares, los analistas aseguran que apenas podrá sostenerse en torno a los 10 dólares hasta la reunión en marzo del antaño poderoso cartel de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo).Esta caída libre de los precios no podría explicarse sin tener en cuenta que los países productores se han convertido en aliados políticos fieles y socios financieros de los países occidentales. Pero este cambio explica tan sólo la ausencia de posiciones hostiles o reivindicativas en el mercado. La causa principal de la aparente pasividad con la que los productores han asistido a la depreciación de su en ocasiones única fuente de recursos es el fracaso de la OPEP para organizarse como un cartel eficaz, con disciplina para mantener los precios en los mercados, que, por otra parte, son cada vez más complejos.
Hay más razones que explican el hundimiento de los precios. El nivel de reservas mundiales es elevado, la crisis financiera del sureste asiático ha sido larga y el invierno está siendo menos frío de lo esperado en los grandes países consumidores. La Agencia Internacional de la Energía calcula que la demanda ha descendido el 0,1%, equivalente a 650.000 barriles diarios, en el último trimestre. Pero la condición decisiva sigue siendo la indisciplina de los miembros de la OPEP.
El Consejo de Cooperación del Golfo, formado por los países productores de la zona -Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes, Qatar, Bahrein y Omán-, podría ser el núcleo duro de una OPEP más competitiva. Conviene a Occidente tener un interlocutor capaz de ordenar la producción, porque, aunque ahora el hundimiento de los precios beneficia a la tasa de inflación de los países importadores, bien podría darse el caso -hoy lejano- de que la tendencia del precio fuese al alza desbocada. Entonces, los países que hoy aplauden los ahorros que obtienen del crudo lamentarían la ausencia de un moderador eficaz del mercado.
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