Felación
DE PASADAGracias a una incómoda y remota felación, los astronautas del Discovery vendrán el mes de enero a Granada. ¿Cómo es posible que una succión inapropiada traiga a esta ciudad a héroes como John Glenn o Pedro Duque? La historia es como sigue: estaba el presidente en su despacho con los ojos y los pantalones caídos cuando le sobrevino tal oleada de placer que perdió la noción del tiempo y tuvo que agarrarse para no perder el equilibrio. Con la agitación, el pico de la mesa se le clavó en un riñón, pero el goce compensaba la molestia y no se inmutó. Esta mezcla precisa de placer y dolor abrió, no se sabe cómo, el cofre cerebral donde guardaba sus recuerdos juveniles y, conforme agitaba las caderas, el presidente se vio a sí mismo de viaje de estudios, con poco más de veinte años, más delgado pero con la misma mandíbula poderosa, oliendo el aire perfumado de la Alhambra. Cerró los ojos y vio una pared blanca sobre la cual empezó a crecer una mancha roja que poco a poco iluminó todo. Notó una especie de golosa y definitiva convulsión, y al mismo tiempo que relajaba los músculos y liberaba el riñón de la esquina de la mesa, la mancha roja se empezó a contraer y fue empequeñeciéndose hasta convertirse en un disco que desapareció sin prisa por el Oeste. "Es el atardecer más hermoso del mundo", pensó mientras suspiraba y una hebra de saliva asomaba por los labios entreabiertos. Mientras devolvía los faldones de la camisa a su sitio natural, decidió que tenía que regresar a Granada y mirar aquel atardecer concupiscente. El presidente, en efecto, viajó a esta ciudad, donde fue recibido por su alcalde, Gabriel Díaz Berbel, pero la contemplación del crepúsculo no bastó. En su retiro, a muchos kilómetros de distancia, al presidente le seguía obsesionando aquella luz y decidió reproducirla. Entonces reunió a sus asesores militares y encargó una guerra contra Irak, con mucha cohetería roja, como la que vio el día de la felación. Mientras preparaba la batalla, vinieron los astronautas del Discovery. Presumían de haber contemplado en la aeronave el amanecer más bello del mundo. "Ahora sólo os queda ver el atardecer", les dijo. Mandó a la tripulación a Granada, mientras él, en el despacho, contaba los misiles.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.