"Me gusta la ropa funcional que además te hace soñar"
Desde hace un año, Ortiz es la responsable de las colecciones femeninas de prêt-à-porter de Lanvin. Su misión, despertar una marca que se había quedado anquilosada con el paso del tiempo. Parece ser que lo está consiguiendo. "La persona que entra en la boutique sale con algo", dice Cristina Ortiz. Acaba de tener un niño y se le nota feliz. Hasta ahora su trayectoria profesional ha sido fulgurante. A los 18 años se marchó a París a estudiar diseño de moda en la escuela de la Cámara Sindical de la Costura Parisiense. Diploma en mano, empezó a trabajar en el grupo Induyco-El Corte Inglés en Madrid, y en 1990 abrió en esta misma ciudad un taller con su propio nombre, que cerró cuando la marca italiana Prada le propuso ocuparse de sus colecciones de mujer. La experiencia en Milán fue la plataforma que necesitaba para promocionarse a escala internacional.Pregunta. Cuando era adolescente le apasionaba la biología marina y estuvo a punto de matricularse en Biológicas. Sin embargo, al final prefirió dedicarse al diseño de moda. ¿Qué le hizo decidirse?
Respuesta.Me hablaron muy bien del colegio de la Cámara Sindical de la Costura Parisiense y me dije: voy a París; si estoy seis meses y veo que no me gusta, puedo hacer biología. En cambio, en biología en seis meses no te das cuenta de si te gusta o no te gusta. Y de todas maneras no pierdo nada, porque lo que hago es mejorar mi francés. Y vine, probé, me entusiasmó, se convirtió en una pasión y aquí estoy.
P.¿Qué siente al volver a París, después de haber sido estudiante, al frente de una de las casas más prestigiosas?
R.Me entusiasmó. Como ya había vivido aquí, era como cerrar una etapa; después de haber estudiado, poder ejercer mi profesión aquí.
P.¿Qué ha sido lo que le ha resultado más duro en su trayectoria profesional? R.El frío (se ríe a carcajadas). Siempre lo digo. Yo venía de la isla de Tenerife, allí hace una temperatura muy agradable siempre, y a partir de abril ya empiezas a ir a la playa. Me acordaré siempre, volviendo a París una vez después de navidades -las había pasado en Canarias con mis padres-, de que estaba esperando en la cola del taxi y hacía tal frío que tenía que mover los pies y las manos, y me decía, pero ¿quién me hace a mí venir hasta aquí a estudiar moda? Me resulta duro el frío y la falta de sol. El mar lo echo mucho de menos, pero tenerlo sería el máximo.
P.En noviembre se cumplió un año de su gestión al frente de Lanvin. ¿Piensa que ha logrado ya alguno de sus objetivos?
R.Para mí, el objetivo primero era despertar la casa, que tuviera una posición internacional, y ese objetivo se ha cumplido, porque ahora mismo no paramos de tener llamadas de la prensa internacional para coger prendas y exhibirlas en las revistas.
P.Cuando diseña, ¿piensa en un tipo de mujer determinada? ¿Hace la ropa que a usted le gustaría ponerse?
R.Pienso mucho en mí, en las personas que me rodean. Sí, hago la ropa que me gustaría ponerme o que le gustaría a gente que está a mi alrededor, pero no pienso en un ídolo de mujer, nunca. Cuando diseño, muchas veces les digo a mis asistentes: ¿pero os lo pondríais? Es una pregunta que siempre hago, porque para mí es una diferencia entre lo que es moda y lo que es puro escenario. Cuando era más joven, cada vez que tenía que ir a una ceremonia o a una fiesta, para sentirme guapa me ponía de una determinada forma, y se convertía casi en un uniforme, toda bien conjuntada, con unos tacones y demás, y al final no me divertía porque me pasaba el tiempo intentando ponerme derecha, y además con los tacones. Y es una pena, porque, ya que vas a una fiesta, vas a divertirte. Esto ha sido una cosa que me ha tocado mucho siempre y por eso intento que la ropa me dé la opción de ser yo, de sentirme a gusto, de sentirme bella, sentirme guapa, porque la moda lo que hace, además de ser funcional, es algo que te hace soñar.
P.En alguna ocasión ha comentado que la creatividad no reside actualmente en las líneas, sino en los nuevos tejidos.
R.Es la modernidad la que está en la búsqueda de tejidos, no la creatividad. Creo nuevos tejidos, nuevas apariencias de tejidos, tejidos inteligentes, que son en apariencia un tejido brillante, pero que al final es algodón con una terminación que parece brillante y con el que además se puede transpirar. P.¿Qué recuerdos guarda de su paso por El Corte Inglés?
R.Para mí fue mi segundo colegio, porque yo venía de un mundo que era la alta costura, donde todo era realizable, todo era posible y yo lo podía hacer con mis propias manos, a pasar a una industria como es Induyco, en la que empiezas a tener límites económicos. Es decir, los tejidos valen tanto y no puedes hacer una producción tremenda de vestidos. Llegas a la realidad. Y al mismo tiempo fue un gran paso, porque yo hice desde comprar tejido, diseñar los modelos, explicárselos al patronista, hacer las pruebas en el maniquí, presentarlo en la red de ventas e ir a las boutiques. Fue un estudio muy intersante.
P.¿Cree usted que en España la industria apoya lo suficiente a los nuevos diseñadores?
R.Yo creo que no. Igual me equivoco, sobre todo porque yo llevo muchos años fuera de España. Sí hubo un momento en que me pareció que la industria estaba manteniendo fuerte la moda. Fue cuando la movida madrileña. Me acuerdo de la experiencia en Madrid, todas las boutiques en la calle Almirante. Estaba Sybilla, Jesús del Pozo... Era un momento fantástico. Consideraba que había un empuje, pero todo desapareció. Y he visto que casi no han salido diseñadores españoles. Yo he leído entrevistas con Amaya Arzuaga y para cobrar importancia ha tenido que irse a Londres.
P.¿Por qué estas industrias no apoyan a los diseñadores españoles?
R.El glamour nació en Francia, la industria del diseño está en Italia y el marketing está en Nueva York. Cada uno de estos lugares vive de la moda, es una parte fuerte de su economía, cosa que en España no ocurre. Todo lo que es arte nunca en España se ha fomentado como un medio de vida. Eso es lo que yo tengo como sentimiento. Siento que siempre ha habido un temor a ser originales, a la modernidad, un gusto por las cosas conservadoras, no llamar la atención. Quizá ahora me equivoco.
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