¿Qué queda de la izquierda?
Karl Marx dijo no saber si en verdad era marxista; quienes se hacen llamar socialdemócratas tienen el vago recuerdo de una izquierda que ha perdido fuelle. Con su mensaje al Congreso en 1991, el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, proclamaba el nuevo orden mundial y daba la última palada al socavón donde poco a poco se había ido soterrando a la izquierda. En otra fosa, la de Timisoara (Rumania), el Occidente neoliberal puso empeño, allá por 1989, en estigmatizar al comunismo, haciendo mella en la conciencia colectiva de un planeta atormentado, equiparando hoz y martillo a cruz esvástica.Los últimos coletazos de lo que nos venden como izquierda son la deposición definitiva de una ideología, y no su evolución natural. La obsesión centrípeta de Tony Blair -más anclado en postulados diestros que la propia Margaret Thatcher, convertido así en señor de acero- y la rendición de Oskar Lafontaine abocan a la Europa única a la estrechez en política social. Ni en los más dulces sueños de Adam Smidt se oteaba semejante paisaje.
Los unionistas del Viejo Continente prosiguen su marcha al futuro con un mapa político escorado hacia la supuesta socialdemocracia, pero no hacia la izquierda, ni siquiera un sucedáneo de la misma. Con la marcha de Lafontaine, el euro se ha disparado, pero se produce una merma paralela: la de una ideología clínicamente muerta a la que dábamos en llamar izquierda. Descanse en paz.- .
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