Los dos estudiantes que mataron a tiros a 13 condiscípulos dejaron trampas explosivas
La matanza hubiera sido menor con profesores armados, dice la Asociación Nacional del Rifle
Todo tiene explicación en la matanza escolar de Denver menos lo más importante: las razones que provocaron la locura homicida y suicida de Eric Harris y Dylan Klebold. La diferencia entre la cifra provisional de muertes facilitada por la policía en la noche del martes -unos 25- y la final facilitada ayer -15, incluidos los dos asaltantes- se explica porque sus unidades de élite tardaron horas en registrar todo el instituto Columbine, ya que Harris y Klebold lo habían sembrado con una treintena de trampas explosivas. La policía seguía encontrando ayer explosivos, 24 horas después del comienzo de la tragedia.
En la noche del martes, los primeros policías que entraron en el centro se encontraron una biblioteca y una cafetería llenas de cadáveres, entre ellos los de los dos asaltantes, pero también repletas de explosivos. Hicieron una estimación a ojo y comenzaron a levantar cadáver tras cadáver y a inspeccionar el inmenso edificio, incluidos cientos de mochilas abandonadas por los alumnos. Ya llevaban varias horas en la tarea cuando les estalló, sin producir daños, una de las bombas dejadas por Harris y Klebold. Aunque continuaba la operación de limpieza del instituto, ya podía cifrarse ayer en 15 el número de muertos y reconstruirse lo esencial del mayor episodio de violencia en escuelas e institutos en la historia de EE UU. Harris y Klebold, alumnos del centro y miembros de una pandilla que se hacía llamar la Mafia de la gabardina, irrumpieron en la cafetería hacia las 11.25 hora local (17.25 hora peninsular española). Llevaban pasamontañas negros de esquí, gabardinas negras y un surtido de armas y explosivos de fabricación casera.
Riéndose como posesos, los dos muchachos comenzaron a disparar contra sus condiscípulos agrupados en la cafetería, que a esa hora, la del almuerzo, eran unos 900. Sus víctimas favoritas parecían ser los miembros de las minorías hispana y negra y los alumnos de cualquier raza destacados en deportes. Tenían claro, según el sheriff John Stone, que la suya era "una misión suicida" y que, tras liquidar al mayor número posible de compañeros, iban a acabar con sus propias vidas, no sin antes dejar trampas explosivas.
La policía no pudo confirmar ayer que los dos muchachos, fascinados por los nazis y la II Guerra Mundial, actuaron con motivo del 110 aniversario del nacimiento de Hitler, que se celebraba ese día. Lo seguro es que empezaron diciendo: "Todos los deportistas populares que se pongan de pie, porque los vamos a matar". Al principio seleccionaron a sus víctimas, pero luego actuaron de forma indiscriminada.
Evan Todd relató que una amiga suya fue asesinada porque se puso de rodillas y comenzó a rezar. "Hago esto porque la gente se reía de mí el pasado año", contó Bree Pasquale que le dijo uno de los enmascarados poniéndole un fusil en la cara, pero sin llegar a apretar el gatillo.
Tras acribillar la cafetería, y mientras cientos de chicos y chicas escapaban como podían, Harris y Klebold subieron a la biblioteca, en el segundo piso, y repitieron su ataque. Allí arrojaron también granadas de fabricación casera.
Entretanto, las cadenas de televisión de EE UU, como en la película Mad City, retransmitían en directo el suceso.Hacia las 6 de la tarde en Denver, medianoche en España, el sheriff Stone informó que los equipos SWAT habían alcanzado la biblioteca, encontrando allí los cadáveres de los dos asaltantes, que se habían suicidado. La policía pidió a los padres de los alumnos que a esa hora no habían dado señales de vida que trajeran radiografías de sus dentaduras para compararlas con las de las víctimas mortales. Algunos padres vomitaron al escucharlo El registro del instituto no acabó hasta diez horas después.
En EE UU, la carnicería ha reabierto el debate sobre el fácil acceso de los muchachos a las armas de fuego de sus padres. Pero la Asociación Nacional del Rifle (NRA), el poderoso grupo de presión que defiende el mantenimiento del derecho constitucional de los norteamericanos a armarse para su autodefensa y que preside el actor Charlton Heston, lo atajó con el argumento de que la carnicería de Littleton demuestra que los ciudadanos "necesitan más armas y no menos armas".
Ese argumento, expresado por un portavoz de la NRA, encontró eco en el Congreso de Estados Unidos. "La tragedia de Littleton podría haber sido menor si un profesor, administrador o empleado de cualquier tipo del instituto hubiera estado armado y hubiera podido abatir lo antes posible a los asaltantes", dijo el republicano Doug Dean, congresista por el Estado de Colorado.
Dean, al igual que el gobernador republicano de Colorado, Bill Owens, es partidario de una propuesta de ley para autorizar a los propietarios legales de armas a llevarlas encima todo el tiempo. La campaña a favor de esa propuesta es financiada por la NRA, que el 30 de abril celebrará su reunión anual, precisamente en Denver.
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