Los estudiosos de la vida se la plantean como una máquina
Proteínas o ADN, ¿qué apareció antes? Es una pregunta delicada: los dos son necesarios para la vida y no pueden funcionar las unas sin el otro. El famoso problema del huevo y de la gallina se planteaba ya muy al principio de la evolución. Un elemento de respuesta nos lo han proporcionado los químicos Sidney Altman y Thomas Cech, que demostraron en los años ochenta que el ácido ribonucleico (ARN), mensajero en la transmisión del código genético transportado por el ADN, podía también, en determinadas condiciones, comportarse como una proteína. ¿Apareció primero este Jano biológico, capaz de acumular dos papeles?
La hipótesis, seductora, es rebatida por algunos investigadores, entre los que se encuentra el escocés Graham Cairns-Smith, que en una obra titulada Genetic Takeover (El golpe de Estado genético), especula con la posibilidad de que el material genético inicial de los seres vivos no tuviera nada que ver, químicamente, con los ácidos nucleicos actuales. En su opinión, el ADN se impuso después de una especie de golpe de Estado al principio de la evolución de las primeras formas vivas.
Omitir un episodio
Hablando claramente, según este científico, los investigadores que se esfuerzan en elaborar una hipótesis que lleva directamente de las moléculas de la atmósfera primitiva a las proteínas y a los ácidos nucleicos actuales se arriesgan a "omitir un episodio" de la historia... Para evitar este escollo, conviene abordar el estudio del ser vivo del mismo modo que se haría con una máquina, según explica Philippe Marlière, genetista y responsable del grupo de química biológica del Instituto Pasteur. Este planteamiento implica que partimos, como los ingenieros, del pliego de condiciones inicial para estudiar la forma en que ha sido completado por el objeto (el organismo) que se tiene entre las manos, pero sin olvidar por ello investigar cómo sería posible eventualmente llegar a ello por otros caminos. Según el genetista francés, "el esquema prebiótico" tradicional -imaginamos cómo, en las condiciones de la Tierra primitiva, unas reacciones químicas pudieron desembocar en los primeros componentes de la vida- se ha completado hoy en día con otros dos.
Nuevos planteamientos
El planteamiento parabiótico consiste en simplificarse la vida experimentando a todos los niveles en la comodidad del laboratorio, lejos de las condiciones de la Tierra en los orígenes, para intentar reproducir sistemas vivos, o algunas de sus funciones. El estadounidense Julius Rebek (Instituto de Investigación Scripps de La Jolla, California), ha llegado así a construir moléculas orgánicas no biológicas, pero que imitan perfectamente la reproducción de los ácidos nucleicos. Por otro lado, algunos genetistas han adoptado un planteamiento posbiótico, reprogramando bacterias para examinar su funcionamiento. Así, el estadounidense Craig Venter ha anunciado recientemente que intenta remontarse al genoma primordial eliminando metódicamente, uno a uno, los genes del organismo más simple conocido, la bacteria, con el fin de determinar cuáles son realmente indispensables para la vida.
Marlière y su equipo se esfuerzan, por su parte, en "crear una biodiversidad artificial ofreciendo a la evolución unos caminos que la naturaleza no le ha abierto". Su método: privar a las bacterias de ciertos componentes aparentemente fundamentales (enzimas, proteínas, porciones de genoma) y favorecer la proliferación de los escasos supervivientes para ver cómo evolucionan las bacterias para compensar esta falta.
De esta forma han obtenido un microorganismo reprogramado químicamente, testimonio de "una forma de vida inédita sobre la Tierra" según Marlière. "Lo vamos a patentar" precisa este científico. Porque más allá de las enseñanzas sobre el funcionamiento de los seres vivos y sus orígenes, estas investigaciones -llevadas a cabo en colaboración con una sociedad privada alemana- tienen muchas aplicaciones potenciales en la industria o la medicina.
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