El Papa pide en Rumania que las naciones multiétnicas de Europa aprendan a convivir
El papa Juan Pablo II dio ayer el primer paso hacia el acercamiento entre la Iglesia católica y la ortodoxa que propugna su pontificado, al convertirse en el primer Pontífice que pisa un país de mayoría ortodoxa, Rumania, desde el cisma que separó a las dos iglesias en el año 1054. En Bucarest, Karol Wojtyla exhortó a los europeos orientales a afrontar, "con paciencia y con voluntad de triunfar en el arte de la convivencia", las dificultades que plantea la vida de "poblaciones que pertenecen a etnias y religiones diferentes" en una misma nación.
El Papa hizo así una mención a la situación en Transilvania, donde reside buena parte de los dos millones de católicos -muchos de ellos de origen húngaro- del país y donde no ha sido autorizado a desplazarse, pero también con la mirada puesta en el mosaico balcánico.Juan Pablo II fue recibido calurosamente en el aeropuerto de Bucarest por el presidente de la república, Emil Constantinescu, y por el patriarca rumano, Teoctist, que vestía de blanco como el Pontífice romano. En su discurso de llegada, Wojtyla expresó su confianza en que esta visita de tres días a Rumania "contribuya a cicatrizar las heridas inferidas a las relaciones entre nuestras iglesias durante los pasados cincuenta años y a abrir una etapa de colaboración recíproca y confiada".
Se refería Wojtyla al "largo invierno del comunismo", un régimen que atacó sobre todo a la Iglesia católica de rito bizantino y de rito latino, confiscando sus bienes, dificultando la actividad de sacerdotes e incluso encarcelando a algunos de ellos. Bajo el comunismo, la Iglesia ortodoxa rumana, como en el caso de la Unión Soviética, obtuvo buena parte de los bienes confiscados a la Iglesia católica, que en Rumania mantiene tres ritos diferentes: el latino, el bizantino y el armenio.
No mencionó el Papa, pese a la proximidad geográfica con Yugoslavia, la guerra de Kosovo, cosa que hicieron brevemente sus anfitriones. El presidente Constantinescu criticó a Slobodan Milosevic. "No podemos quedarnos impasibles mientras gente como nosotros es expulsada de sus casas y de su patria, ni permanecer indiferentes mientras las poblaciones sufren a causa de la inconsciencia de sus dirigentes", dijo. El patriarca Teoctist expresó su confianza en que la presencia en Rumania del Papa "sea una buena ocasión para dar un testimonio conjunto a favor de la paz en Yugoslavia, pidiendo el cese inmediato de la guerra".
Gesto de prudencia
Fuentes del Vaticano consideraban este silencio del Pontífice un gesto de prudencia ante lo delicado de la situación actual, en vísperas, probablemente, de una tregua. En todo caso, la Iglesia ortodoxa, al igual que Belgrado y Moscú, ha apreciado el esfuerzo diplomático del Vaticano, que se ha manifestado contra los bombardeos de la OTAN y es partidario de una solución negociada al conflicto. Una guerra que ha acercado paradójicamente a las dos iglesias, según el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls.Ante los diplomáticos acreditados en Bucarest, el Papa afrontó el problema de las minorías étnicas en el interior de los países de la Europa oriental. "Una nación tiene el deber de hacer todo lo posible para afirmar la unidad nacional, fundada en la igualdad de todos sus habitantes, independientemente de su origen y su religión", dijo Wojtyla.
El Papa se reunió también ayer por la tarde con los miembros de la Conferencia Episcopal rumana, integrada por los obispos de los tres ritos católicos. Juan Pablo II aprovechó este encuentro para subrayar la necesidad de que le sean restituidos los bienes arrebatados a la Iglesia católica de rito bizantino-rumano, aunque lo hizo en un tono de gran moderación.
"Antes de la II Guerra Mundial", dijo, "la Iglesia católica tenía en Rumania numerosas escuelas, con un sistema elaborado de mantenimiento. Con la confiscación de los bienes, esta importante obra eclesiástica ha desaparecido. Aun reconociendo que sería difícil regresar a la situación anterior, sería un deber de justicia restituir estas escuelas y los bienes confiscados para permitir a la Iglesia desarrollar su misión también en el campo educativo". El Papa de Roma abordará hoy esta cuestión durante el encuentro que tiene previsto mantener con el Patriarca de Rumania.
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