JOSÉ MARÍA CALLEJA PERIODISTA "La tregua es una victoria conseguida por los demócratas"
José María Calleja (León, 1955), redactor jefe y responsable de opinión de CNN + y colaborador del Grupo Correo y Onda Cero, siempre ha sido un periodista "echado para adelante", valiente y también polémico. Hace un mes puso en la calle su segundo libro, La diáspora vasca, un documento en el que analiza el exilio provocado por ETA en tiempos de democracia. Cuenta la historia de muchos vascos -profesionales, empresarios, familiares de víctimas o funcionarios- que tuvieron que abandonar su tierra en "los años de plomo". Si su primer libro, Contra la barbarie. Un alegato en favor de las víctimas de ETA, estuvo dedicado a las víctimas que no podían contarlo, éste se lo dedica a quiénes pueden contarlo, aunque desde lejos. Pregunta. ¿Por qué este libro ahora, en el año 1999? Respuesta. Fundamentalmente, como modesto homenaje a las víctimas del terrorismo supervivientes. Pretendo que los obligados a exiliarse sientan que hay alguien que les hace un guiño y les sigue recordando. P. ¿Por qué tiene que exiliarse la gente en democracia? R. La gente se va porque se le hace el ambiente irrespirable, porque es superviviente de un atentado, porque es familiar de una víctima del terrorismo, porque le piden la extorsión o porque no puede arriesgar su vida. P. ¿Con la tregua van a cambiar las cosas? R. La tregua es una victoria conseguida por los demócratas, a base de ponernos tercos, que no ha traído la paz, ni ha clausurado el exilio, porque todavía hay gente, en la judicatura o la enseñanza, obligada a irse. P. ¿Por qué un periodista como usted se compromete con temas tan duros? R. Creo que antes que periodistas somos ciudadanos y tenemos que tener un compromiso con la sociedad, con las gentes y el tiempo que vivimos. Las víctimas son las peor tratadas en esta historia trágica y creo que necesitan nuestro apoyo. P. ¿No teme que el nacionalismo oficial reaccione ante su libro como lo hizo con el último de Jon Juaristi? R. No tengo la verdad absoluta y cuento las cosas como las veo, dando un punto de vista para el debate necesario para que una sociedad tenga una musculatura democrática. P. ¿Franco hizo nacionalistas y ETA anti o no nacionalistas? R. No son situaciones comparables, pero puede ocurrir que, a base de aplicar una hinchazón nacionalista extrema, la gente joven pueda tener una reacción pendular contra el nacionalismo, por cansancio o aburrimiento. P. ¿Quieren quedarse con Euskadi los nacionalistas? R. Hay un sector nacionalista que quiere hacer una Euskadi excluyente. Sin embargo, pienso que son más las cosas que unen a los nacionalistas y los constitucionalistas que las que les separan. La convivencia vendrá cuando ambos sean capaces de articular las relaciones sobre lo que les une. P. ¿Cual es la opción Ermua o Lizarra? R. Ermua fue la mayor movilización de vascos, nacionalistas o no, por la paz, y después de aquella insurrección, pacífica y ciudadana, nos queda construir una convivencia armónica y civilizada entre distintos a la que Lizarra no contribuye en absoluto. P. ¿Qué relación mantienen ciudadanía y clase política en el País Vasco? R. Pienso que la mayoría de los ciudadanos vascos están a traineras de las agendas de algunos partidos. Hay más convivencia entre ciudadanos que entre partidos. El riesgo es que la sociedad se contagie de la fractura, que ya la hay, entre algunos partidos y ciudadanos. P. Aváncenos cómo ve usted este país a corto o medio plazo. R. Estoy convencido de que de la misma forma que los vascos le dimos un puntapié a la violencia en Ermua va mos a ser capaces ahora de arrumbar la intolerancia y construir una sociedad democrática en que quepamos todos, cada uno con su opinión. P. ¿Quién va a ganar el pulso el próximo 13 de junio? R. Creo que la actual situación política la van a capitalizar, en el lado nacionalista, Euskal Herritarrok, y en el lado constitucionalista, el PP. Es posible que tras los resultados del 13-J en el PNV tome cuerpo una reflexión, ahora en marcha, sobre la conveniencia o no de seguir de la mano de Euskal Herritarrok.
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