La soledad de un diputado serbio en el Congreso de EEUU
Ron Blagojevich rechaza tanto a Milosevic como los bombardeos de la OTAN
Tuvo su minuto de gloria en Belgrado, a la sombra del reverendo Jesse Jackson, cuando Slobodan Milosevic concedió la libertad a los tres soldados norteamericanos que habían sido capturados en la frontera con Macedonia. Ron Blagojevich, de 45 años, representante demócrata por el Estado de Illinois y único diputado de origen serbio en la Cámara, ha vuelto a sumergirse desde entonces en los complejos vericuetos de la política interior norteamericana, consciente de la pequeña tormenta que la misión humanitaria que él ayudó a diseñar despertó en los sectores más conservadores de Estados Unidos. El reverendo Jackson, portavoz de la comunidad negra norteamericana, ha sido el pararrayos de la ira conservadora, que le acusó de hacer el juego a una operación de propaganda orquestada por Milosevic. Blagojevich, que accedió a la Cámara de Representantes en 1996, no oculta ni su fuerte vinculación con la comunidad serbia de Estados Unidos ni su firme oposición al régimen de Milosevic. Sin embargo, como muchos de los miembros de su comunidad de origen, cree que la campaña militar de la OTAN, lejos de debilitar al régimen de Milosevic, lo refuerza. Este abogado, que dedica sus mayores esfuerzos parlamentarios a apoyar leyes que refuercen el control de la venta de armas de fuego, fue el hombre clave en el diseño de la operación humanitaria que puso en libertad a los tres soldados norteamericanos. Amigo y compañero de partido de Jesse JacksonJr., hijo del dirigente negro que también es representante demócrata por el Estado de Illinois, utilizó sus contactos con la comunidad serbia para que Belgrado autorizara la visita de la misión que encabezó Jesse Jackson.Católico en una comunidad que en su mayoría es ortodoxa, Blagojevich es hijo de un resistente serbio que emigró a Estados Unidos tras pasar cuatro años en un campo de concentración nazi durante la II Guerra Mundial.
Nacido en un barrio del noroeste de Chicago, al que representa en el Congreso, se inició en la política por la vía de la fiscalía, cargo que en Estados Unidos también es electivo. Considerado como un fiscal duro en la persecución de los delitos violentos, favorable a poner controles a la venta de armas, fue elegido para dos mandatos en la Cámara del Estado de Illinois antes de dar el salto a la Cámara federal.
En su ascenso político desempeñó un papel importante la comunidad serbia de Chicago, más de 200.000 personas, el grupo más numeroso de una colectividad que apenas supera el millón de personas en todo Estados Unidos.
Pese al poco tiempo que lleva en el Congreso, su arraigo en el quinto distrito de Illinois es fuerte. En las últimas elecciones del pasado noviembre alcanzó el 74% de los votos, un 10% más que en 1996, cuando se presentó por primera vez al Congreso. Su distrito, un barrio urbano con una población trabajadora con una pequeña presencia hispana, es un bastión del Partido Demócrata en el que Bill Clinton ha ganado con más del 51% en las dos últimas elecciones presidenciales. En su trabajo parlamentario, el diputado de origen serbio se ha especializado en temas de alta tecnología, lo que le ha abierto la puerta de un influyente comité conjunto Cámara-Senado que ajusta y aprueba los gastos militares.
Su carrera política a nivel nacional no ha hecho más que comenzar, y con esa mezcla de idealismo y pragmatismo que caracteriza a los políticos norteamericanos intenta no verse atrapado en el remolino de la guerra de los Balcanes.
Su lealtad a la comunidad serbia y a Estados Unidos, afirman, le llevó a diseñar la operación humanitaria que supuso la libertad de los tres soldados norteamericanos atrapados por las fuerzas serbias, pero ello no significa que asuma más protagonismo en la crisis de Kosovo. Para eso ya está Jesse Jackson, curtido en la larga lucha por los derechos civiles, y portavoz de los que piden el fin de los bombardeos para que se abra una nueva vía de diálogo.
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