La pérdida de la mayoría revela las luchas internas de los populares de Baleares
El PP de Baleares prepara ya su congreso regional, previsto para el 2 de octubre, en el peor de los escenarios posibles: desalojado del poder que mantenía desde 1983 y sin un liderazgo claro, si bien este último lastre lo arrastra desde la renuncia de su emblemático presidente, Gabriel Cañellas, en 1995, tras el escándalo del caso Sóller. El fracaso en las urnas anuncia pugnas internas entre las familias del partido, en el que perviven clanes territorales perfectamente identificables tras los resultados del 13-J, según reconocen en la cúpula de la organización conservadora.
Los populares ya han identificado las causas de la sangría de votos locales y autonómicos: los problemas para confeccionar las listas; la aparición de candidatos tránsfugas que han logrado, finalmente, gobernar contra la lista del PP en Ciutadella y Manacor y, sobre todo, la imposición de candidatos en Ibiza y Menorca desde la dirección nacional y regional. El PP se ha quedado con 28 de los 31 diputados que tenía en el Parlamento balear, que cuenta con 59 escaños, a dos de la mayoría absoluta. Oficialmente, en la organización regional no hay debates ni pugnas, aunque se reconoce que "lógicamente habrá cambios". Las luchas por el liderazgo local serán especialmente tensas en Ibiza y su capital; en Formentera; en Menorca -sobre todo en Mahón y Ciutadella- y también en Calvià, Alcúdia, Manacor y en el conjunto del llano de Mallorca, justo las zonas donde se han perdido más apoyos en las urnas.
Desde la que el PP denomina "traumática crisis" -el cese de Gabriel Cañellas como presidente en julio de 1995 a raíz del escándalo del cobro de comisiones ilegales por la construcción del túnel de Sóller- los populares de Baleares no han encontrado repuesto a su liderazgo. Primero se nombró como presidente interino a Joan Huguet y luego Cañellas pactó la elección del actual, Juan Verger. Cañellas no se ha manifestado en público sobre el panorama del PP en las islas, pero sigue integrado en la cúpula directiva y mantiene una notable influencia entre sus militantes. En sus dos últimas intervenciones conocidas en el comité regional, mostró un tono crítico hacia las estrategias de Verger y del candidato y aún presidente autonómico, Jaume Matas, y se ofreció en todo momento para ayudar y participar.
Matas quiere asumir el liderazgo del PP de Baleares, para lo que deberá resolver antes qué papel le espera a Juan Verger. Éste, actual presidente del partido, ha discrepado además del proceso negociador desarrollado por la cúpula del PP en Madrid para lograr, sin éxito, el apoyo de Unió Mallorquina en las últimas semanas.
Travesía del desierto
Además, la pérdida de la mayoría absoluta en el conjunto y en cada una de las islas y en bastantes municipios importantes responde, en la mayoría de los casos, al castigo que la ciudadanía ha infligido a las listas del PP allí donde afloraron tensiones y descalificaciones entre dirigentes. Entre 1977 y 1983 la derecha insular hizo la travesía del desierto: carecía de representación alguna excepto en Ibiza, donde dominaba Abel Matutes, el actual ministro de Exteriores. A este político se le recrimina desde sectores conservadores el que en 1996 y 1999 haya perdido las elecciones en su feudo. Matutes se ha inhibido de la política balear, en especial desde la crisis del caso Sóller, en 1995.
La sombra de Cañellas se hace presente de nuevo además porque fue un dirigente promovido en su día por Matutes. Ambos políticos mantienen negocios urbanísticos y hoteleros conjuntos a través de la sociedad Palm Beach. En Ibiza y Formentera, Matutes y Cañellas tutelan directamente las candidaturas y agrupaciones del PP.
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