La unidad de la oposición serbia se hace imposible por las diferencias personales entre sus líderes
La oposición serbia al régimen del presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, se mueve entre las peleas por dar satisfacción a la egolatría de sus dirigentes y la necesidad de responder a las exigencias de unidad que surgen de la sociedad civil. Mientras tanto, el régimen de Belgrado mantiene una actitud de espera, hasta ver el alcance que puedan alcanzar las protestas en la calle. Al mismo tiempo, el Gobierno de Serbia parece tener ya preparada en los cajones una reforma de la ley electoral municipal para recuperar los ayuntamientos perdidos en las elecciones de octubre de 1996.
Los dirigentes de los dos principales grupos de oposición, el jefe del Partido Demócrata (DS), Zoran Djinjic, y el del Movimiento de Renovación Serbio (SPO), Vuk Draskovic, se llevan como el perro y el gato y no lo ocultan. Si Djinjic organiza un viaje a Grecia, Draskovic replica y se apunta a toda prisa, para llegar antes y entrevistarse con los dirigentes de ese país. Si Draskovic anuncia una manifestación para hoy sábado, en Kragujevac, para pedir la dimisión de Milosevic, la Alianza para los Cambios, a la que pertenece el ND de Djinjic, convoca otra para dos días antes, en el mismo lugar y con el mismo objetivo. Para el espectador distante resulta difícil determinar si pesa más la disputa entre las egolatrías de los políticos de oposición o el interés por derribar al régimen de Milosevic.
Pese a estas diferencias, los distintos grupos opositores siguen convocando multitudinarias manifestaciones de oposición a Milosevic. Ayer se concentraron opositores al régimen de Milosevic en once municipios.
El periódico Danas (Hoy) publicó un anunció en el que el partido Nueva Democracia (ND) firma un proyecto de acuerdo -de los partidos políticos democráticos de Yugoslavia para "la solución de la crisis política de Serbia y la República Federal de Yugoslavia".
En este proyecto, que ND firmó ante el patriarca Pavle de la Iglesia ortodoxa serbia, se propone entrar en el pacto de estabilidad para el sureste de Europa.
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