Nerviosismo en las filas populares y clima precongresual entre los socialistas

La recepción posterior al pleno parlamentario en el que Zaplana juró su cargo como reelegido presidente estuvo condicionada por el nerviosismo existente en las filas populares y el clima precongresual de los socialistas. La incógnita por la composición del nuevo Consell, que hoy explicará Zaplana, y el próximo destino de un nutrido grupo de cargos populares fue objeto de amplio comentario. Miradas, gestos y saludos se convirtieron en información imprescindible pero de difícil decodificación entre los cargos populares, cuyos jefes de prensa y de gabinete interrogaban a los periodistas en busca de cualquier pista que permitiese vislumbrar dónde aposentarán sus reales en la legislatura que ayer inició su andadura. La presencia de ministros impidió además que muchos de los cargos intermedios del PP se pudiesen acercar a Zaplana en busca de un gesto, una señal que les permitiese adivinar lo que les aguarda. Por contra, si los populares aguantaban estoicamente el calor bajo una carpa -que hacía de invernadero-, los socialistas optaron por refugiarse bajo la sombra del centenario magnolio que ha sobrevivido en el patio interior de las Cortes. Allí, lejos de los nervios del PP, los diputados socialistas se sondeaban unos a otros, no sin mirarse de reojo, en un clima de precongreso en el que será necesario sumar el mayor número de apoyos posibles para salir bien colocado en la ejecutiva que se elegirá el próximo 18 de septiembre. Ajenos a la situación de populares y socialistas, los diputados de Esquerra Unida intentaban degustar tranquilamente su refrigerio a falta de pocos días para sus vacaciones.