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Factor X

DE PASADASevilla es una fiesta. Desde que, anoche, Estrella Morente le dio el relevo a Joaquín Cortés en el asombroso estadio de La Cartuja para declarar inaugurado los Campeonatos del Mundo de Atletismo, los sevillanos no paran de felicitarse de lo rápido que se ha construido el recinto, de la perfectísima organización y de las medidas de seguridad -hasta el propio Maurice Greene se ha convertido en un caza-rateros a tiempo parcial- que rodean al Mundial. Todo está pensado al milímetro, ejecutado con destreza de cirujano, pura matemática organizativa, oiga. Pero, ¡tate! ¿Qué pasa con el factor X? Porque parece que a nadie se le ha ocurrido pensar en el factor X. Ni a los organizadores ni a los deportistas. A los sevillanos, porque están acostumbrados, y a los de fuera, porque nadie se lo ha dicho. Y será hoy, precisamente hoy, cuando Johnson, Maurice Greene, Marion Jones o Hicham El Guerruj sepan lo que vale un peine, es decir, descubran lo que es el factor X, esto es: el sentido de la expresión "calor de agosto en Sevilla" con todas sus letras. Que son muchas. ¿Qué va a ser de esos pobres atletas que tengan que ponerse a correr sudando como pollos a las cuatro de la tarde, con 35 o 40 grados a la sombra? En lugar de nandronola van a tener que doparse con gazpacho, y las bebidas isotónicas se las tendrán que inyectar directamente en vena (y entiéndanse como bebidas isotónicas buenos litros de cerveza helada). O si no, que se lo pregunten a la gente de la Expo 92, aquellos grupetes de gallegos o catalanes que llegaban a La Cartuja a las tres de la tarde con toda la inocencia del mundo. En Sevilla van a batirse este año muchos récords. ¿O no? Donde también está dando caña el factor X este año es en Granada. En Otívar, más bien. Allí, hace más de veinte años, había una preciosa sierra, llena de árboles, que era para morirse de gusto. Se llamaba entonces La Cabra Montés. Un día llegó alguien, le pegó fuego y aquello quedó calcinado enterito. Van, la repueblan de pinos, y, ocho años más tarde, llega alguien, le pega fuego y, en el intento, mueren cinco miembros del Icona. Desierto de nuevo. Ahora, 15 años después, estaba a medio repoblar y, según las primeras investigaciones, un hombre tira una colilla al suelo y la arma otra vez. Y esto sí que lo había advertido Nostradamus. Y si no él, Ecologistas en Acción.

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