Bienzobas y compañía
Lo que era una hipótesis es hoy una certeza: ETA no sólo está en activo, sino que se está rearmando. En ese aspecto, hay motivos para la preocupación. Pero el hecho de que en 24 horas hayan sido detenidos tres de los siete miembros del comando que robó ocho toneladas de explosivos y recuperado en parte el botín confirma la impresión de vulnerabilidad del terrorismo. Ninguna persona decente dejará de alegrarse de que activistas como el autor del asesinato del profesor Tomás y Valiente sean detenidos y tengan que responder ante la justicia. La satisfacción tiene también motivos más generales: el alto el fuego de ETA tiene hoy, tras las detenciones, más posibilidades que ayer de hacerse definitivo.La conciencia de su propia debilidad por parte de ETA, que ya fue la condición decisiva para el alto el fuego, es ahora el requisito esencial para que se abra paso la idea de autodisolución. Por eso no hay medida política más eficaz para la pacificación que la detención de activistas. Los motivos por los que grupos habituados a matar se cuestionan su continuidad raramente son morales: sus dudas no surgen de la conciencia de la injusticia radical de crímenes como el asesinato de Tomás y Valiente o Miguel Ángel Blanco, sino de consideraciones de utilidad. Los escritos del anterior ideólogo mayor de ETA, Txelis, una vez encarcelado, argumentaban su propuesta de moratoria de la lucha armada con razones como que su continuidad fortalecía más la cohesión del enemigo que la de quienes defendían la justa causa; y que impedía sellar un pacto nacionalista.
La necesidad de reorganizarse y sanear unas estructuras de las que sospechaban que podrían estar infiltradas fueron algunos de los motivos barajados para tomar la decisión de ponerse en tregua. También en el caso de los poli-milis, a comienzos de los ochenta, la reflexión moral sobre la injusticia de la lucha armada fue posterior a las consideraciones sobre su dudosa viabilidad práctica; y las dudas sobre esto fueron el resultado de la captura de su principal depósito de armas.
La ETA en tregua de Mikel Antza ha medido mal el desafío. Durante muchos años esa organización se abstuvo de actuar directamente en Francia, con la esperanza de que las autoridades de ese país se mantuvieran neutrales. Esa neutralidad sería hoy imposible en todo caso, pero resulta impensable tras el desafío que supone robar y almacenar en su territorio 8.000 kilos de material explosivo. Si lo que se proponía ETA era sembrar la inquietud, lo ha conseguido. Pero al precio de que esa inquietud afecte en primer lugar a sus propias filas.
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