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El general Musharraf congela las cuentas de toda la clase política de Pakistán

El general Pervez Musharraf, de 56 años, asumió ayer plenos poderes en Pakistán e inmediatamente dirigió su punto de mira contra la corrupta élite política nacional: el banco central ordenó la congelación de las cuentas de unos 500 políticos y sus cónyuges, empezando por Nawaz Sharif y Benazir Bhutto, los dos anteriores primeros ministros. Musharraf recibió ayer a los embajadores de Estados Unidos, China y Reino Unido, pero no les reveló si planea restaurar la democracia. La agencia de noticias paquistaní anunció que Musharraf se dirigirá hoy por tercera vez al país.

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Musharraf anunció en la madrugada de ayer que suspendía la Constitución y declaraba el estado de excepción en el país. También señaló que a partir de ese momento sería jefe ejecutivo, una variante del título de Administrador de la Ley Marcial que emplearon en el pasado los generales que gobernaron durante 25 de los 52 años de historia del Pakistán independiente.Las embajadas radicadas en Islamabad se apresuraron a buscar aclaraciones de lo que suponían estas medidas y escrutaron con todo interés e infrustuosamente los cuatro folios de la declaración del general. Al embajador norteamericano, que le hizo saber los deseos del presidente Bill Clinton de ver un próximo retorno de Pakistán a la normalidad democrática, Musharraf sólo le insinuó por la mañana que este fin de semana quizá haga una declaración política, lo que anoche confirmó la agencia oficial de noticias. "No dió ninguna pista de cuáles son sus intenciones ni de qué calendario tiene", señaló luego en Washington el portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart. Otra fuente oficial norteamericana hizo hincapié en que Washington no buscaba el retorno del depuesto Nawaz Sharif. "No creemos que su vuelta sea una solución para la actual crisis", dijo la fuente.

En medios diplomáticos se especula con que hoy Musharraf anuncie la formación de un Gobierno interino o de tecnócratas que rompan con el desgobierno y el caos administrativo y financiero creado por una clase política esencialmente corrupta. Los mismo medios aventuran que el nuevo hombre fuerte tratará de obtener apoyo internacional a su golpe incruento con promesas de reforma económica y buen gobierno.

En esa línea regeneracionista, la primera medida que ayer adoptó fue la de paralizar las cuentas de la clase política. Una circular del Banco Estatal (central) ordenó a todos los bancos e instituciones financieras que congelaran todos los depósitos de políticos notables y sus cónyuges. Era una lista de 15 folios "con los nombres de unos 400 o 500 políticos", según una fuente bancaria. "Casi todos los políticos están en ella, incluidos Nawaz Sharif y Benazir Bhutto". Entre los afectados se encuentran el ministro de Hacienda, Ishaq Dar, y el ministro de Asuntos Exteriores, Sartaj Aziz.

"Con vistas a proteger los interses de los depositantes y de las instituciones financieras, todos los tipos de cuentas -incluidas las de moneda local y en divisas- de todos los políticos notables, incluidos senadores, ministros federales y provinciales, parlamentarios nacionales, parlamentarios provinciales, consejeros políticos, asesores especiales y sus esposas dejan de operar hasta nueva orden", se leía en la circular del banco central.

Preocupación y sanciones

EEUU, China, Reino Unido e India, además de la Unión Europea, han mostrado preocupación por los acontecimientos en Pakistán. Londres adoptó inmediatamente sanciones económicas contra el régimen y, tras varios días de dudas, Clinton "pidió también la imposisión de sanciones (...) porque estamos claramente ante la situación de unos militares que han dado un golpe de Estado contra un Gobierno democráticamente elegido", en palabras del portavoz Lockhart. Era la primera vez que Washington tachaba de golpista a Musharraf.

El presidente norteamericano analizó la situación con el primer ministro indio, Atal Behari Vajpayee. India trata de aparentar frialdad ante la ascensión de Muharraf, aunque desconfía de sus intenciones. El general discrepó de la decisión de Sharif de retirar en julio, a instancias de Clinton, su apoyo a los invasores islamistas de la parte india de Cachemira y no estuvo presente en Lahore, en febrero, cuando los dos primeros ministros firmaron la declaración con la que se comprometían a crear medidas de confianza entre India y Pakistán.

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