"Los jugadores no me han echado"
Triste y decepcionado, Manuel Santana busca aún explicaciones a su cese como capitán del equipo español de Copa Davis. Su balance deportivo de los cuatro años y medio en el cargo no justifica el despido: descendió en 1995, al perder su primera eliminatoria ante México, pero luego el equipo remontó y llegó a disputar las semifinales -las primeras en 11 años- en 1998; y esta temporada salvó la categoría en Nueva Zelanda. Sin embargo, todo este bagage no fue tenido en cuenta. Las razones que esgrimió Agustí Pujol, presidente de la FET, fueron por otros derroteros. "Hay un nuevo proyecto y tú no entras en él", le dijo.Pregunta. ¿Quién cree que ha decidido su destitución, el presidente o los jugadores?
Respuesta. Pienso que es una idea personal del presidente. Pero como no tiene los arrestos necesarios para plantearme mi cese tal cual, involucra a los jugadores y a los técnicos para buscarse una coartada. No les ha hecho ningún favor, porque ahora, todo el mundo puede pensar que son los jugadores los que han pedido mi destitución. Sin embargo, estoy seguro de que no es así.
P. La cuestión es que llegó a Barcelona para planificar el trabajo y se encontró en la calle.
R. Toda esta trama se urdió a mi espalda. Y eso es muy injusto. Yo nunca me he injerido en los números de la federación porque no es mi misión. Por tanto, si existía un problema técnico era yo quien debía resolverlo. Por el contrario, Pujol afirma que realizó consultas con jugadores, con técnicos y que tomó una decisión. Pero a mí ni me consultó, ni me dio la oportunidad de defenderme. He sido víctima de una injusticia. Lo lógico habría sido programar una reunión con el equipo y decidir allí el futuro. Si los jugadores no estaban conmigo, yo hubiera sido el primero en marcharme. Pero no me dieron ninguna opción.
P. ¿Sus declaraciones previas a la eliminatoria de Nueva Zelanda, deterioraron sus relaciones con los jugadores?
R. Mis relaciones con ellos siguen siendo buenas. Incluso hablé con ellos tras mi cese. Pero es verdad que recogieron mis declaraciones en Nueva York con una sensibilidad de papel de fumar. Yo debía decir que había que estar a las duras y a las maduras [Corretja, Moyà y Costa argumentaron no estar en sus mejores condiciones para viajar a Hamilton], y también que se estaba hablando más de los que se quedaban que de los que viajaban. Creo que fue una polémica sin sentido.
P. ¿Cómo encajó las palabras de Pujol?
R. Mal. Me cogió totalmente por sorpresa. La reunión duró 10 minutos. Le dije que me había decepcionado como persona, que ya entendía su malestar conmigo y las filtraciones de conversaciones privadas que habíamos mantenido, y que algún día yo ganaré la Copa Davis pero él ya no estará en la presidencia".
P. ¿Se sintió traicionado, impotente, ridiculizado?
R. Me molestó ser el último en enterarme. El sábado hablé con Moyà y con el entrenador de Mantilla, y quedamos para vernos en Barcelona el lunes. Moyà me dijo: "llámame tras la reunión de la fede". Nadie me dijo nada. Además, es la segunda vez que Pujol prescinde de mí [Santana había sido ya capitán entre 1981 y 1986]. Y las dos veces lo hizo tras ganar una eliminatoria complicada. Si llegamos a perder en Nueva Zelanda igual tengo que volver en barca.
P. ¿Qué opina de una capitanía compartida por cuatro técnicos?
R. No comparto esa idea. Puede ser conflictivo, porque si Ferrero, Vicente o Martín se meten arriba también ellos querrán dentro a sus entrenadores.
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