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Clinton recorta la financiación a grupos abortistas para pagar la deuda con la ONU

En uno de los gambitos políticos más complicados de la legislatura, Bill Clinton ha logrado que el congreso acepte por fin el pago de la deuda que EEUU mantiene con la ONU. La factura de casi 1.000 millones de dólares (160.000 millones de pesetas) ponía en peligro el voto de Washington en la Asamblea General si no era sufragada antes del 31 de diciembre. Sin embargo, para lograr el visto bueno de la mayoría republicana Clinton ha tenido que ceder en uno de los terrenos políticos que más ha caracterizado su perfil y su carrera: su apoyo a las organizaciones abortistas.

A cambio del apoyo al pago de la deuda, la mayoría republicana del Congreso consigue que Clinton prohiba el empleo de fondos públicos en la financiación de cualquier organización internacional que promueva el derecho al aborto.Pocos meses después de llegar a la Casa Blanca en 1993, Clinton anuló las restricciones impuestas en por Ronald Reagan diez años antes a las ayudas a grupos abortistas internacionales. Los grupos conservadores han luchado desde entonces contra esa decisión de Clinton; el presidente reinstaura ahora la política del ex presidente Ronald Reagan y da la vuelta a su propia política.

En las filas de su partido, la congresista Carolyn Maloney ha asegurado que el acuerdo "constituye el cambio de chaqueta más ofensivo" de este Gobierno; su compañera en el Senado, Barbara Boxer, declaró que el acuerdo "pone a las mujeres del mundo en situación de riesgo sólo para aplacar al ala derecha de los republicanos que controlan el Congreso".

En todo caso el acuerdo esconde una de las paradojas más ridículas de lo que en su día se llamó "nuevo orden mundial": el país que presume de liderarlo se resiste a pagar las cuotas con las que se mantienen el organismo que trata de mantener la estabilidad internacional. Por eso Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas, afirmó anoche en Pekín que la decisión de saldar la deuda es un "acontecimiento positivo en la dirección correcta".

Sin embargo, el pago no es incondicional. El primer plazo de la factura -unos 350 millones de dólares (56.000 millones de pesetas)- se condiciona a que Naciones Unidas reduzca sensiblemente el total de la deuda y rebaje la contribución estadounidense al mantenimiento de las tropas de paz.

Resistencia

En Naciones Unidas varios embajadores criticaron estas exigencias de EEUU, convertido desde hace tiempo en el mayor deudor del organismo internacional. El embajador británico, Jeremy Greenstock, dijo que habrá "resistencia" a aceptar la propuesta estadounidense si conlleva demasiados requisitos: "Tendremos que discutirlo cuando sea una realidad", aseguró Greenstock. Incluso el embajador de EEUU, Richard Holbrooke, reconoció que el acuerdo de pago tenía sus "condiciones".Ni siquiera el Gobierno de EEUU está satisfecho con el acuerdo que ha logrado en el congreso. James Rubin, portavoz del Departamento de Estado, aseguró que el compromiso era el "mejor posible" pero que en ningún caso "estamos felices con este acuerdo". Bill Clinton aceptó vincular las ayudas exteriores al pago de la deuda como única fórmula para salvaguardar la imagen y la voz de EEUU en la ONU.

En todo caso, tanto la Casa Blanca como los líderes republicanos se adjudican la victoria en este extraño acuerdo político que perjudica especialmente a uno de los aspirantes demócratas a la candidatura presidencial, Al Gore.

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