De Villena al Himalaya
Pronta a celebrar su primer cuarto de siglo de existencia, la firma Calzados Boreal ha ascendido en este tiempo a la cima del sector de calzado para escalada y montañismo a nivel internacional. Es un espacio en la cumbre que en algunos países debe compartir con la marca italiana Sportiva y la norteamericana Fiveten. Sus botas de escalada, senderismo técnico y aficionado y su calzado de alta montaña han arropado los pasos de ascensiones históricas, en un intercambio que beneficia a ambas partes: a los escaladores y montañistas, porque ven patrocinados sus expediciones y equipos, y a la empresa por motivos promocionales y porque los profesionales les presentan informes que inciden en la mejora de sus productos.En 1975, cinco socios decidieron fundar una empresa en Villena (L"Alt Vinalopó). Fueron conservadores en lo general, pero arriesgaron en lo específico. Optaron por el calzado, una apuesta poco innovadora en una población con la tradición zapatera de Villena, pero se hicieron un hueco en el mercado gracias a su olfato para los huecos por cubrir. Sólo una empresa española fabricaba por aquel entonces las botas que se emplean antes y después de esquiar y Boreal decidió intentarlo por esa vía con buenos resultados: en dos años ya colocaban sus productos en las tiendas más importantes de España.
Pero las modas pasan, y tras esos dos primeros años, aquellas botas de piel quedaron relegadas ante la aparición de las moonboots (literalmente, botas lunares), ese calzado de material sintético que recuerda al de los astronautas y que todavía señorea el antes y el después de los descensos por las pistas nevadas. Boreal no contaba con la maquinaria adecuada para adaptarse al cambio y optó por cambiar su producción hacia la escalada y el montañismo.
Con la relativa seguridad que les proporcionaban sus arneses bien sujetos a las principales vías de distribución comercial de calzado para deportes de montaña, fue un cambio fácil, ya que las mismas tiendas que vendían sus botas para la nieve vendían también calzado de escalada. Y con el tiempo se ha revelado también como un cambio sabio. "En España somos líderes indiscutibles", señala Jesús García, uno de los dos socios fundadores que quedan del núcleo inicial. En el extranjero tampoco les va mal: están presentes en cerca de 40 países repartidos en los cinco continentes. No es arriesgado decir que en el momento de escribir este reportaje, es muy posible que en muchos picos del mundo haya alguien trepando con productos de esta empresa de Villena.
"En algunos países, nuestra presencia es testimonial, pero se trata de países donde es difícil vender mucho más de lo que vendemos", asegura García. Boreal exporta el 70% de su producción, cifrada en unos 220.000 pares anuales. Tiene en Europa a sus principales compradores. "Estados Unidos es, después de España, nuestro principal mercado individual", apunta García.
Calzados Boreal comenzó con una pequeña fábrica cerca del centro de Villena. Con un capital de dos millones, "de los de 1975", puntualiza García, se hicieron con las instalaciones, que ya existían, y las dotaron con maquinaria, en parte de segunda mano, y en parte nueva gracias a dos bancos que les concedieron créditos en condiciones favorables. La empresa ocupaba entonces 500 metros cuadrados entre una planta baja y un primer piso.
Hoy, Boreal se ha trasladado a un polígono industrial situado a espaldas de la estación de Renfe de Villena. Su parcela cuenta con 15.000 metros cuadrados, de los cuales sólo hay construidos 6.800. De ese centro de producción sale todo el calzado de la firma dividido en dos marcas. Boreal agrupa el material más selecto, "botas en las que no importa tanto el precio como el resultado final del producto". Fire es su gama más barata, realizada con tejidos menos costosos para abaratar el producto final.
Precisamente en los tejidos es donde se halla el quid de la cuestión en la fabricación de calzado, según expone García. Para las botas Boreal se utilizan muchas materias primas, algunas de ellas con nombres que suenan enigmáticos al profano: neoprenos, poliamida, cueros, cauchos, materiales tratados para que presenten una mayor o menos hidrofugación, una mayor o menor traspiración, una mayor o menor resistencia a la abrasión... Una bota, que parece un objeto en apariencia mucho más simple que las entrañas de un ordenador, lleva en su historial multitud de estudios, pruebas y ensamblajes que optimicen su adaptación al pie y su respuesta a las necesidades del usuario.
García insiste en que sólo hay futuro si se innova constantemente, si no se ceja en el empeño de conseguir que el siguiente modelo de bota esté más cercano de la perfección que el anterior. Para ello, Boreal cuenta con dos cosas. La primera ya se ha mencionado: el banco de pruebas en las cumbres que coronan los expedicionarios patrocinados por la firma. Ya su primer modelo de botas de montaña fue probado de forma espontánea por Carlos Gallego, hermano del famoso alpinista Miguel Ángel Gallego, apodado El Murciano, que en su momento asesoró a Boreal. Carlos utilizó aquellas botas para subir en 30 días a todos los picos de 3.000 metros del Pirineo. La segunda baza para innovar es un departamento de investigación en el que trabajan tres personas.
Jesús García no lo dice expresamente, pero todo parece indicar que en este mundo del calzado especializado acecha el espionaje industrial. Por eso casi toda la fabricación se lleva a cabo en Villena. Sólo cuenta con una sección en otro lugar "muy lejos de Villena"que no desea revelar donde se cose la parte superior de las botas. Es un proceso que no se ha podido automatizar y que afecta a la mayor parte de su producción. Las botas muy específicas no abandonan la fábrica madre excepto para acudir a su cita con los escaparates.
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