La nave "Mars Polar Lander" llega hoy al polo Sur de Marte en busca de agua
El planeta Marte espera hoy un nuevo visitante de su vecino, la Tierra, del que le separan actualmente 290 millones de kilómetros. El módulo de aterrizaje de la nave Mars Polar Lander debe posarse suavemente sobre sus tres patas cerca del polo Sur marciano a las 21.15 de hoy, tras un viaje de 11 meses de duración. Si lo consigue empezará una campaña de análisis y toma de datos, imágenes y sonidos de entre dos y tres meses de duración con el objetivo principal de hallar indicios de agua en el subsuelo marciano y de encontrar las claves del sistema climático del planeta rojo.Además, si la arriesgada maniobra con la Polar Lander sale bien, la NASA conseguirá un éxito que necesita para contrarrestar el fracaso que supuso la pérdida, por un inexplicable error de navegación, el pasado mes de septiembre, de la nave compañera de ésta, la Mars Climate Orbiter, cuando debía situarse en órbita de Marte. La NASA no podrá, sin embargo, recuperar el trabajo de observación meteorológica de la nave perdida ni su función como repetidor de las señales de comunicaciones de la Polar Lander. Esta última función la va a realizar, pero con problemas, otra nave ya en órbita de Marte, la Mars Global Surveyor, que está cartografiando la superficie marciana.
Los problemas de comunicaciones impedirán probablemente que la nueva misión en la superficie de Marte resulte tan espectacular como fue la de la Pathfinder en el verano de 1997. Los datos, imágenes y sonidos llegarán en menor cantidad. Es la primera vez que una nave de exploración interplanetaria lleva un micrófono, y ése será uno de los atractivos de la misión.
Las imágenes mostrarán un paisaje muy distinto del rocoso que vio la Pathfinder hace dos años y medio. Será lo más parecido a un desierto sin accidentes orográficos grandes, con largas sombras y colores inesperados, ya que se trata de una zona cercana al polo Sur marciano.
La búsqueda del agua que debió existir en Marte hace millones de años es de gran importancia en esta misión. Es posible que esté atrapada en grandes cantidades bajo la superficie helada del planeta, y eso es lo que buscarán las sondas que dejará caer el módulo de aterrizaje antes de posarse y el propio módulo, con su brazo recogedor de muestras y su horno para evaporarlas.
En la actualidad la atmósferamarciana es tan ligera y fría que no llueve. El agua sólo puede estar helada o en forma de vapor en la atmósfera. Los casquetes polares están formados en su mayor parte por dióxido de carbono, el compuesto mayoritario en la atmósfera, pero puede ser que el terreno a su alrededor, que tiene un aspecto bandeado, haya sido depositado capa a capa anualmente y que en él se encuentren las claves históricas de la interacción entre la helada superficie, las tormentas de polvo y las nubes de vapor de agua. Por eso ha sido elegido.
Esta noche, si todo va bien, se empezarán a recibir las primeras noticias de esta nueva exploración de Marte.
El módulo lanzará dos sondas en el descenso
El pasado martes, la Mars Polar Lander, a sólo 3,5 millones de kilómetros de Marte, encendió sus pequeños motores de maniobra durante 12,6 segundos para afinar la trayectoria que le hará posarse hoy en su superficie. La trayectoria ha sido el principal dolor de cabeza de los centenares de técnicos que controlan este vehículo, tras la pérdida de otra nave en septiembre cuando intentaba entrar en órbita de Marte.El corredor correcto de entrada es exiguo, tiene sólo 10 kilómetros de ancho y empieza a 125 kilómetros de la superficie. La entrada en la débil atmósfera marciana marcará los últimos 10 minutos de descenso del módulo de aterrizaje. Primero se separará del resto de la nave e inmediatamente después soltará dos pequeñas sondas que deben penetrar un metro bajo la superficie marciana.
Mientras desciende, sufrirá fuerzas hasta 12 veces superiores a la gravedad terrestre y su escudo protector alcanzará los 1.650 grados centígrados. Tras abrir el paracaídas, la cámara de la nave empezará a tomar imágenes del descenso. Mientras tanto se extenderán las patas sobre las que debe posarse y se encenderá el radar para medir la distancia a la superficie y conseguir un aterrizaje suave con ayuda de los motores de descenso, los giróscopos y los acelerómetros.
La difícil maniobra debe acabar con la sonda, de poco más de un metro de altura y 4 metros de ancho, en la zona prevista, a unos 100 kilómetros de donde se hayan clavado las sondas perforadoras. En esta zona no existen accidentes orográficos grandes (es una superficie rojiza y bastante plana), pero siempre está el peligro de que el módulo se pose sobre una zona demasiado inclinada o tropiece con alguna piedra que le haga perder el equilibrio y que evite que pueda cumplir su misión.
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