Residente interesado

La climatología obra de vez en cuando algún milagrillo y permite que se acerquen a nosotros animales que viven y crían muy lejos de aquí, allá por el norte de Europa, donde los dominios territoriales corresponden a los países escandinavos. El ánade llega puntual, como casi siempre si la cosa es normal, entre octubre y noviembre, empleando su tiempo en alimentarse de las partes verdes de plantas y de algún que otro animal acuático. Lo hace cerca de la laguna de Salobral, próxima a Baena (Córdoba), aunque la mayoría de sus congéneres se encuentran en las Marismas del Guadalquivir. El nombre se lo debe al sonido que realiza el macho, muy agudo al principio para apagarse rápidamente. La hembra contesta con un gruñido de tono bajo e incluso raspante.Las diferencias entre sexos son significativas. El macho tiene el pecho rosa, la cabeza rojiza y el resto gris con una línea blanca en las alas. Su vuelo es rápido y normalmente alto, formando grandes bandos tanto en el aire como en tierra, por lo que se considera muy gregario. El corto tamaño del pico da una ligera pista sobre su forma de alimentación: al igual que los gansos, pasta cortando la vegetación. Cuando llega abril, el instinto o la costumbre le impulsa de nuevo al ánade silbón a surcar la geografía europea hasta llegar al Norte.