_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La Paralela

Es una comisión fallera muy singular. Está compuesta por una veintena de amigos que disfrutan de las Fallas como los que más. A su manera. En libertad. Para empezar, no cobran cuotas, ni extorsionan al vecindario con las rifas y loterías al uso en las comisiones oficiales. Su casal es el bar de la esquina, al que acuden a lo largo de todo el año para tomar el aperitivo y donde se reúnen en cenas que pagan rigurosamente a escote, como todas las actividades que organizan. No se visten de falleras, ni de cucaracha; en la semana fallera se limitan a ponerse el tradicional blusón, con pañuelo al cuello, su propia chapa con el nombre de la comisión en la pechera y una peculiar ferralla de insignias, aunque ninguno tiene el bunyol d'or amb fulles de llorer que tanto aprecian los falleros tradicionales. La fallera mayor puede ser cualquiera de ellos, sin distinción de sexo y, por supuesto, tampoco se pone los moños y la peineta. Por descontado, no cortan ninguna calle, ni organizan pasacalles, porque tampoco cuentan con banda de música; se contentan con un pequeño aparato en el que ponen música ligera, preferentemente de los años sesenta -sin sobredosis de xiqueta meua, Paquito o Per a ofrenar-, eso sí, sin subir demasiado el volumen. Tampoco montan una carpa para dar la murga al vecindario hasta altas horas de la madrugada. No celebran despertaes, ni mascletà y asisten a los castillos desde su casal, aunque algunos edificios cercanos se interponen y les impiden verlos en toda su dimensión. Ni qué decir tiene que no participan en la ofrenda. Y, para terminar, no plantan ninguna falla. A lo sumo, algún integrante de la peculiar comisión con dotes de artista monta una especie de monumento en miniatura que cabe encima de la mesa alrededor de la cual se reú-nen durante la semana fallera para regalarse con opíparas y divertidas cenas, siempre en libertad.Son los integrantes de La Paralela, que es como unos cuantos amigos residentes en los aledaños de la calle de El Bachiller de Valencia bautizaron hace algunos años su peculiar comisión fallera. Disfrutan, ya ha quedado dicho, como los que más. Pero no molestan a nadie, absolutamente a nadie.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_