Hacia una política europea de I+D
La última cumbre europea, celebrada en Lisboa a finales de marzo, decidió acciones inmediatas para mejorar la competitividad europea actuando sobre las tecnologías de la información, la investigación y el desarrollo y las patentes, entre otros aspectos. El comunicado final establecía un apretado calendario para conseguir que Europa coordine sus actividades de investigación y evolucione hacia una situación en la que la competencia por los fondos se conjugue con la eliminación de las actuales desigualdades excesivas entre países en este campo.
La Cumbre de Lisboa se celebró durante la presidencia portuguesa de la Unión Europea que termina el próximo mes de junio. "Coordinar las políticas nacionales de ciencia y tecnología es una obligación de la Unión Europea que nunca se ha realizado", recuerda el ministro portugués de Ciencia y Tecnología, José Mariano Gago, en conversación telefónica. Para empezar a conseguir la coordinación, lo primero es obtener los indicadores fundamentales, una lista de objetivos comunes para la investigación y desarrollo que se fijará especialmente en la forma de conseguir que la carrera científica sea atractiva para los mejores en Europa y que debe estar lista para la próxima cumbre, en junio de 2000. "Mi punto de vista es que uno de estos indicadores debe ser el nivel de gasto en I+D de cada país, de forma que los desequilibrios no puedan exceder determinado nivel", señala Gago. Si todos los países están de acuerdo, deberán fijar de forma inmediata cuál debe ser su nivel mínimo de gasto en I+D y establecer medidas para avanzar hacia este objetivo, lo que sería una novedad en la política europea. En la actualidad, España está en el furgón de cola de Europa, junto con Grecia y Portugal. La coordinación entre países se llevará a cabo de forma voluntaria y caso por caso, y los países informarán de estas actividades coordinadas anualmente al Consejo de Ministros, para que sean incorporadas al panorama europeo de I+D.La otra gran decisión del Consejo Europeo, en opinión de Gago, ha sido la de crear una nueva red transeuropea de transmisión de datos entre laboratorios y centros de investigación. "No nos gusta la situación actual", asegura Gago. "Hay grandes desequilibrios entre países". Se trata de presionar al mercado para establecer en poco más de un año una red transeuropea barata, una infraestructura básica para el desarrollo de la investigación.
Los líderes europeos también aprobaron el establecimiento de un mapa de excelencia científica y tecnológica europea que debe estar listo para el 2001. "Esto representa un compromiso con la tendencia anterior de concentrar la I+D europea en unos pocos laboratorios selectos en unos pocos países europeos", explica Gago. Esta idea ha sido abandonada en favor de subrayar y desarrollar todas las posibilidades de excelencia en Europa y echar mano de todos los recursos humanos disponibles en todos los países. El mapa de excelencia será hecho por cada país y revisado por la Comisión Europea.
Otro objetivo es obtener una lista de éxitos sobre la innovación en Europa. "Falta claramente una postura común sobre las políticas de innovación, y para eso es importante saber lo que se ha hecho en cada país, lo que ha tenido éxito y lo que no ha tenido éxito", comenta Gago, quien resalta también la decisión sobre las patentes. Los primeros ministros han decidido que el sistema europeo de patentes debe ser modificado para evitar los problemas observados si se compara el sistema europeo de patentes con el de Estados Unidos. Uno de estos problemas es el coste de una patente, mucho más alto en Europa, y otro, la diferencia legal existente, muy importante para la ciencia, que es el periodo de protección que obtiene un investigador en Estados Unidos aunque publique sus resultados. Europa, actualmente, no protege al investigador, sino a la invención.
Con vistas a las próximas presidencias de la Unión Europea, la de Francia primero y la de Suecia después, los ministros de Ciencia y Tecnología están avanzando en otros temas, como la coordinación de la política europea de I+D con los grandes centros europeos de investigación, como el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), la Agencia Europea del Espacio (ESA) o el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), que no están integradas formalmente en la estructura comunitaria.
Gago explica que la situación hasta ahora es que la concentración de la Unión Europea en los programas marco de I+D impide la coordinación con estos grandes organismos, donde se realiza gran parte de la investigación puntera en ciencia básica y aplicada. "La relación del Consejo Europeo con estos organismos debe tener un nivel político mucho mayor", asegura. Deben, en su opinión, ser consultados sistemática y formalmente respecto a las cuestiones científicas y tecnológicas y a la definición de objetivos. Sin embargo, para Gago, las lecciones del pasado nunca deben olvidarse y, en su opinión, los éxitos de las organizaciones europeas de I+D se deben a su libertad de acción. "No queremos crear ninguna burocracia ni reducir su independencia; al contrario, la independencia técnica y científica de estas organizaciones es un activo europeo", afirma.
Los próximos 10 y 11 de abril, una reunión de nivel ministerial sobre el conocimiento y la sociedad de la información, que tendrá lugar también en Lisboa, quiere ser una contribución importante al otro aspecto destacable de la Cumbre de Lisboa, la decisión de impulsar la sociedad de la información, a través de productos concretos como la tarjeta con chip y las tecnologías de ayuda a los minusválidos.
Gran apuesta de Irlanda por dos áreas
El Gobierno de Irlanda ha decidido aumentar de forma espectacular los fondos destinados a investigación y desarrollo (I+D) con el objetivo de contribuir al despegue del país como sede de excelencia científica. La decisión se ha plasmado en la creación de un Fondo de Provisión de Tecnología, dotado con 560 millones de libras irlandesas (118.000 millones de pesetas), que financiará, a través de una fundación, investigación aplicada exclusivamente en dos áreas: las tecnologías de la información y la comunicación y la biotecnología, según confirmó ayer a este periódico el ministro irlandés de Ciencia, Tecnología e Innovación, Noel Treacy.La decisión política parte de un informe -el primero en la historia de Irlanda- encargado en abril de 1998 a las universidades, organizaciones científicas, funcionariado y empresas por el Gobierno, que fue entregado en mayo de 1999 y cuya recomendación principal fue la inversión en las dos áreas indicadas, en las que Irlanda tiene ya fuerza después de que decidiera atraer a las grandes multinacionales de la informática. "Somos el primer productor mundial de software" recordó ayer Treacy, "y en biotecnología también tenemos fuerza aunque seamos menos conocidos. Tenemos que avanzar hacia un mayor valor añadido en este área". Los fondos serán adjudicados a los proyectos presentados por individuos, equipos, instituciones públicas o privadas, sin discriminación, por comités internacionales de expertos en un proceso que el Gobierno quiere que sea altamente competitivo. Cada año se revisarán los resultados obtenidos y se decidirá la continuación o no de la asignación de fondos.
La inversión en Investigación y Desarrollo alcanzará un total de 1.950 millones de libras (411.000 millones de pesetas) en seis años, según el Plan Nacional de Desarrollo, de los cuales se destinará aproximadamente la mitad a investigación básica. El Gobierno espera que dentro de siete años Irlanda esté destinando
el 3% de su producto interior bruto a estos fines, lo que situaría al país probablemente por encima de la media europea. "Es nuestro objetivo, tenemos que revisarlo dentro de un año y medio", explicó Treacy, quien añadió que espera que el 2% (más de la mitad) de este gasto corresponda a la empresa privada. "Queremos los mejores investigadores luchando por los mayores fondos, creemos en la competencia global", aseguró el ministro.
Irlanda dedicaba en 1997 el 1,3% de su PIB a I+D, por delante de España, Portugal, Grecia e Italia.
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