De tres en tres
Puesto que siempre se ha remitido al marcador, los números dicen hoy que el Barcelona es un equipo deficitario: suma ya más derrotas (11) que en cualquiera de las tres temporadas de Van Gaal; incapaz de ganar en Oviedo, a falta de cinco jornadas para acabar el campeonato, está a cinco puntos del Deportivo, que hoy juega en Vallecas; y ha perdido los cuatro últimos partidos, registro inédito, después de recibir tres goles en contra en cada uno de ellos y marcar sólo uno pese a disponer de una delantera exquisita. El técnico se ha mostrado incapaz de romper la dinámica perdedora y ha sumido al equipo en una profunda confusión con sus decisiones. Los problemas son hoy tan graves que no se arreglan con medidas disciplinarias, como prescindir de Kluivert, o con cambios de futbolistas. Van Gaal dio entrada ayer a Reiziger, Déhu, Sergi, Litmanen y Dani, sustituyendo a Puyol, Abelardo, Bogarde, Gabri y Kluivert, y el primer tiempo resultó esperpéntico en cuanto a estructura, organización y actitud. La desorientación fue tal que al entrenador no le quedó otro remedio en la segunda parte que recuperar el dibujo natural (3-4-3), que dejó al equipo mejor parado en la cancha pese a coincidir dos medios centro, pero igualmente vulnerable y desatento, sobre todo en los goles. El árbitro le remató con un penalti inexistente, pero la victoria fue mérito del Oviedo. El Barça tiró media parte y el técnico quedó en evidencia. Con eso del 2-3-2-3, los laterales ni cierran ni apoyan a los centrales, pillados en el uno contra uno; los extremos no abren el campo; los delanteros bajan a robarle el balón al medio centro; y el equipo se funde en la medular. Incomunicado con la plantilla desde la partida de Koeman, a Van Gaal sólo le asiste el poder que le da el presidente Núñez y el amor propio de los jugadores, aunque parezcan desilusionados. A los mal pensados conviene recordarles que ya le ratificaron el año pasado en Valladolid.
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