_
_
_
_
Tribuna:ANTE EL PRIMERO DE MAYO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Globalizar los derechos de los trabajadores

Todos los Primeros de Mayo son una reivindicación radical contra el sistema que produce la marginalidad, la exclusión, la explotación y que implica condiciones alienantes para los integrados en las redes de producción y distribución de los recursos.Si algo define, a mi juicio, la esencia ideológica del sindicalismo y del movimiento obrero es el haber fundido los conceptos de libertad e igualdad. El haber descubierto que la libertad se transforma en privilegio de unos pocos cuando no hay igualdad, y que no existe igualdad en tanto unas personas sean clase dominante de los demás seres humanos.

El historiador Eric Hobsbawn nos advertía que el capitalismo global, hoy, ha perdido todo sentido del miedo. Se aceptan niveles de desigualdad y de recorte de derechos que antes no se hubieran tolerado. Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Japón poseen alrededor del 75% del PIB mundial, representando a menos del 20% de la población. Tres mil millones de personas subsisten por menos de dos dólares al día. El capital de las 225 personas más ricas del mundo equivale al ingreso anual del 47% más pobre de la población mundial. Éste es el resultado del principio dinámico del liberalismo, que no es otro que la competición. El principio dinámico del sindicalismo es la cooperación y la solidaridad. No podemos abdicar de la aspiración a una sociedad donde sea efectivo y no meramente declarativo el derecho al trabajo y el derecho de todo trabajador a una vivienda digna, a una educación y a una sanidad, a unas condiciones de existencia dignas, a no ser parias de la tierra sino ciudadanos con derechos.

En la actualidad se consideran privilegiados a los que tienen trabajo, aunque sea mal pagado y en malas condiciones. El derecho al trabajo empieza a obligar a muchas personas a trabajar sin derechos.

"Lo importante es siempre la estabilidad económica, para lo que hay que cercenar y controlar la inflación. No importa tanto el empleo. Hay que privatizar el máximo de empresas. Hay que restringir la protección al desempleo, ya que desanima la búsqueda de trabajos con salarios bajos, además de reducir el temor al despido. Los salarios mínimos son un elemento de rigidez para la creación de empleo. Los convenios sectoriales ya no sirven, por ser 'rígidos'. Sólo sirven los de empresa. Desfiscalizar las rentas del capital es una necesidad para animar la inversión, el crecimiento económico y el empleo. Flexibilizar, desregular y desreglamentar las relaciones laborales es sinónimo de modernidad, competitividad, dinamismo y eficacia económica". Todas estas son las recetas del pensamiento único, de un capitalismo sin reglas, sin semáforos, sin controles, de una economía que por ser tan libre se convierte en salvaje.

Pero estas "recetas" provocan exclusión, desigualdad y también incertidumbres e inseguridades, con sus desórdenes y tormentas financieras y monetarias. Esto último comienza a preocupar a los poderes dominantes. El aumento de las desigualdades comienza a ser una amenaza para la estabilidad del propio sistema. Parece que se empiezan a resquebrajar los principios fundamentalistas del pensamiento único.

Las políticas económicas de talla única también han sido practicadas, tanto por el Gobierno central como por el Gobierno vasco. En los últimos tiempos hemos asistido a una erosión permanente de los mecanismos institucionales de redistribución que se hacen desde los poderes públicos. Así, nuestros impuestos están sufriendo una verdadera transformación. Los indirectos suponen ya casi la mayoría de la recaudación y los directos merman. La fiscalidad es cada vez menos redistributiva. Las rentas altas, los beneficios y el capital contribuyen cada vez menos al sostenimiento de los gastos comunes. En nuestra Comunidad Autónoma Vasca el debate de los impuestos se ha reducido a la defensa de un Concierto Económico en beneficio de los empresarios.

En nuestra comunidad autónoma llevamos seis años con un crecimiento acumulativo del 3,8% del PIB de media anual. Esto es una oportunidad social que no se está aprovechando. Se ha reducido el gasto público en relación con el PIB. Lo mismo ocurre en sanidad, que se ha reducido a un 4% del PIB previsto para el 2000 frente al 4,5% del 98 y en educación también se ha reducido su porcentaje a un 3,7% frente al 3,9% en 1998. El mapa social de nuestra comunidad autónoma habla de la existencia de más de 35.000 familias viviendo por debajo del umbral de la pobreza. 40.000 jóvenes no pueden independizarse de sus familias por falta de recursos.

Podemos seguir hablando de la erosión de los salarios y sobre todo de los derechos laborales: siniestralidad, precariedad y discriminación. Ser mujer, joven y parado de larga duración es potencialidad de exclusión.

En la vida de las personas y de las sociedades hay algo más grave que la enfermedad y esto no es otra cosa que equivocarnos en el remedio para corregir. Estoy convencido de que toda organización sindical en Euskadi está de acuerdo con el diagnóstico de esta situación. El 1º de Mayo es una fecha de encuentro reivindicativo de todos los trabajadores y trabajadoras del mundo en defensa de la igualdad, la solidaridad y la seguridad, por el derecho a un trabajo digno y al reconocimiento de los derechos fundamentales como la libertad sindical, la negociación colectiva y la huelga, la desaparición del trabajo forzoso, la prohibición del trabajo infantil y la eliminación de la discriminaciones que aún persisten en el empleo.

La reciente cumbre de la Organización Mundial del Comercio, celebrada en Seattle, ha demostrado que hay rebeldes con causa y que hay que poner límites a las dictaduras de los mercados. Esta es una batalla más allá del mundo sindical. Es lo más importante. Termino esta reflexión recuperando un anuncio lúcido, claro y preocupante de Alain Touraine: "A finales del siglo XIX y principios del XX, las naciones que perdían el control de sus economías se lanzaban de cabeza hacia el nacionalismo, ya fuera éste de cariz reaccionario o revolucionario. Si hoy nos sometemos a los intereses de un capitalismo financiero estaremos preparando un siglo XXI todavía más violento y militarista de lo que haya podido ser el siglo XX". Globalizar los derechos de los trabajadores es una exigencia democrática que nos afecta a todos. Esto es un reto colectivo, que en un 1º de Mayo es oportuno recordar y sobre todo comprometerse en contra de las políticas económicas de talla única, que no tienen ámbitos, que eliminan derechos a los trabajadores y que excluyen, marginan y dividen a la ciudadanía.

Carlos Trevilla Acebo es secretario general de UGT-Euskadi.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_