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FÚTBOL El campeón de Europa será español

Helguera se doctora ante el 'Kaiser'

Beckenbauer fue testigo desde el palco del extraordinario partido del jugador cántabro

Seguro que en ningún momento miró al palco. Y si lo hizo, no reparó en la presencia de uno de los mejores defensas de la historia, de Franz Beckenbauer, presidente del Bayern. Iván Helguera se doctoró ayer en Europa. Y lo hizo ante el mejor testigo posible. Los números, aunque aseguren que recuperó 11 balones, que sólo perdió uno y que no tuvo necesidad de hacer más que una falta, no dejan de ser eso, números, repletos de frialdad. Helguera volvió a dar una sensación de superioridad apabullante, metido ahí, tras los dos centrales, donde le colocó Del Bosque cuando el Bayern le hizo un ocho, nunca mejor dicho, al traje del Madrid. Ayer, Iván Campo y Julio César mantuvieron el tipo con dignidad ante el asedio alemán, pero fue Helguera quien se agigantó a la hora de cubrir huecos, despejar el balón o sacarlo jugado. La historia dejará a Anelka como autor de un gol histórico. Pero dejará también al cántabro coronado ante la mirada del mismísimo Kaiser. - Anelka. El gol le ha colado en la leyenda blanca, algo inimaginable hace bien poco. Siempre se recordará ese gol, el justo premio a un jugador que se ofreció más que nunca, que remató en cinco ocasiones, que cometió cinco faltas y que perdió hasta 18 balones, un dato que, curiosamente, se antoja positivo tratándose de un tipo que hasta hace poco ni se inmiscuía en el juego del equipo. Fue feliz Anelka con todo el frente de ataque para él, dado que Savio merodeó por la banda y Raúl acudió en ayuda de Redondo. Más allá del gol, en el minuto 45 dibujó una jugada extraordinaria, en la que se recorrió 30 metros, agotó a todo el que le quiso seguir y sacó un disparo envenenado, pegado al palo, que Kahn sacó como buenamente pudo.

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- Redondo y Effenberg. Uno de los grandes duelos del partido, como corresponde a dos jugadores de una enorme talla. Como se preveía, Effenberg tuvo más presencia en ataque -hasta 10 centros puso en el área-, y Redondo en la contención, con nueve balones recuperados. Pero el partido, cuando el agotamiento impidió que el Bayern siguiera bombeando balones, acabó gobernado por Redondo, que se asoció en el toque con Raúl, McManaman y compañía para disipar cualquier duda. Se conocía la habilidad de Effenberg en las faltas y en una de ellas llegó el gol de Elber. Pero el alemán pagó el cansancio, y su reciente lesión, y llegó tarde a muchos balones divididos. Hizo cinco faltas, por ninguna de Redondo, que acabó mandando, escondiendo la pelota, y recibiendo una entrada escalofriante de Lizarazu, por entonces tan impotente como el Bayern en pleno.

- Jeremies. A los diez segundos cometió la primera falta; y a los 17, la cuarta, sobre Raúl, que le valió la tarjeta amarilla. Se peleó con todo el mundo y también con el balón. En el Bernábéu actuó de libre y fue un amigo del Madrid, gol en propia meta incluido. Ayer lo hizo en su posición natural y mostró una a una todas sus limitaciones. Acabó retirándose, con fractura de clavícula, en el minuto 60 de la segunda mitad.

- Geremi y Julio César. Cubrían las bajas de los sancionados Salgado y Karanka y salieron más o menos airosos del reto. La actuación de Geremi, como casi siempre, resulta difícil de explicar desde argumentos puramente futbolísticos. Porque cuando la pelota le llega a los pies su mente se llena de dudas y la suelta como a ver qué pasa. Y nunca pasa nada. Sin embargo, ayer fue valiente y no dudó en disparar en dos ocasiones, en las que intervino Kahn. Julio César acusó cierto despiste y perdió la posición en más de una ocasión, aunque acabó tranquilo, contagiado, quizá, de la tranquilidad que sobre el césped del Olímpico de Múnich dejó su colega Helguera.

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