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FÚTBOL El campeón de Europa será español

"Mira cómo pasa Jancker de largo"

Diego Torres

Oliver Kahn fue el primero en perder la calma. Luego fue Jeremies, que se hizo un gol en propia meta. Después le tocó a Effenberg, y al resto. Los jugadores del Bayern vivieron ansiosos por vengar su orgullo herido durante una semana, y al final, el odio se les volvió en contra. Terminaron perdiendo la eliminatoria con un engorroso sentimiento de humillación. Y todo por culpa de los regates, las paredes, los caños y las fintas de algunos jugadores del Madrid, demasiado barrocos para la sensibilidad germana de los futbolistas del Bayern, que lo interpretaron como un gesto de desprecio.El periodista Michael Wulzinger, del semanario Der Spiegel, lo explicó entre risas antes del partido de vuelta: "Los jugadores del Bayern están muy cabreados porque han pensado que los del Madrid les faltaron el respeto en el Bernabéu. No entienden por qué no jugaban más rápido. Por qué no daban el pase y en cambio retenían el balón. No saben que en España es normal, y han pensado que estaban siendo insultados, sobre todo por parte de Raúl, Redondo y Roberto Carlos". Los reporteros alemanes que acudieron al partido de ida en el Bernabéu se quedaron azorados cuando el introvertido Kahn salió del vestuario como un basilisco: "¿Que si podemos ganar en el Olímpico? No podemos. Vamos a ganar. Vamos a meterles cuatro goles..."

La sospecha de ser objeto de una burla de difusión planetaria incendió el orgullo del guardameta del Bayern Múnich hace una semana en el Bernabéu. Kahn no es célebre por su irritabilidad. Al contrario, es respetado entre sus compañeros por su sosiego y su carácter templado. Por eso, al verle salir como un poseso desde su área de penalti a increpar a Roberto Carlos, sus compañeros comenzaron a experimentar un caso de indignación colectiva. Y a raíz del partido de ida de la semifinal los jugadores bávaros propagaron su bochorno desde que Kahn no soportó que Roberto Carlos le hiciera una prolongada bicicleta a su lateral derecho, Salihamidzic. Esa forma de recrearse en detalles aparentemente innecesarios resultó incomprensible para el carácter pragmático de los teutones, que tuvieron en Kahn al catalizador de su rabia.

Redondo y Raúl percibieron los gestos airados de sus adversarios y se dispusieron a explotarlos en el encuentro de vuelta. Durante largos minutos, el Madrid tuvo la posesión del balón de forma descarada. "¡Mira cómo pasa de largo Jancker!", le dijo uno al otro, mientras el gigante alemán buscaba la pelota con denuedo entre los tobillos de Redondo. "¡Cómo pasó de largo...!". Redondo y Raúl tiraron dobles paredes en el centro del campo del Estadio Olímpico. Raúl le hizo un caño a Jeremies y el centrocampista, irritado, le replicó con una patada. Redondo le mostró la pelota a Effenberg cada vez que pudo. La pisó y el capitán del Bayern se le quedó mirando entre expectante y airado. Cuando Effenberg corría en busca del balón Redondo se la daba a un compañero. Pero antes demoraba el pase el mayor tiempo posible. Roberto Carlos no ocultó su desdén por el fútbol del Bayern: "Mirad a Elber, ya no se parece a un jugador brasileño, piensa como un alemán. Le dan un pase y en lugar de buscar la pelota, ni la mira. Se va derecho a chocar contra los defensas".

Con ese tono jocoso se despidió de Múnich la expedición del Madrid. El vuelo de regreso fue una fiesta. Salvo Hierro, que siempre parece enfrascado en una reflexión preocupante, el resto no reprimió una risa contagiosa. Aterrizaron en Madrid silbando Pajaritos a Bailar. Unos 200 aficionados esperaron al equipo en el aeropuerto de Barajas. Allí inauguraron otra canción, esta vez para un héroe que nunca apareció: "¡La-la-la-Nicolas Anelka!". El francés se quedó en Alemania por asuntos comerciales.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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