El Papa desvela el tercer secreto de Fátima
El cardenal Sodano leyó el texto en el que se profetizaba el atentado de Alí Agca en 1981
ENVIADA ESPECIALEl tercer misterio de Fátima ha dejado de serlo. El cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano, comunicó ayer al mundo el contenido de esta revelación secreta que durante años ha alimentado las hipótesis catastrofistas más diversas. De acuerdo con las palabras de Sodano, lo que la Virgen transmitió en sus apariciones a los pastorcitos de Fátima en Cova de Iria es "una visión profética comparable a la de las Sagradas Escrituras". El atentado sufrido por Juan Pablo II figuraba en la profecía secreta comunicada por la Virgen.
El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, señaló ayer que Juan Pablo II releyó, al día siguiente de sufrir el atentado, el 13 de mayo de 1981 (aniversario de la primera aparición de Fátima), a manos del turco Alí Agca, la profecía, y "para él, el sentido estuvo claro". Desde entonces, el Papa siempre ha sostenido que la Virgen de Fátima había desviado las balas.
En el tercer misterio -que, según Navarro-Valls, será publicado íntegramente en "cuestión de días"- se hace referencia a la "lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos". El texto completo del misterio ha sido confiado a la Congregación de la Doctrina de la Fe, que se encargará de publicarlo con las explicaciones oportunas.
El contenido de este tercer misterio, tan celosamente guardado durante 83 años por la Iglesia católica, resulta, cuando menos, decepcionante. El propio cardenal secretario de Estado, al resumirlo ayer ante la multitud que llenaba la explanada del santuario de Fátima, reconoció que "las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado". Sin embargo, la Iglesia considera que "la llamada de la Virgen a la conversión y a la penitencia, pronunciada al inicio del siglo XX, conserva todavía hoy una estimulante actualidad".
Lo único relativamente novedoso es la interpretación hecha por los pastorcillos de una de las visiones milagrosas, aquélla en la que "un obispo vestido de blanco", que reza con los fieles y "cae a tierra como muerto, bajo los disparos de arma de fuego", es, obviamente, el Papa.
La intervención del cardenal Sodano se produjo al final de la ceremonia de beatificación de Francisco y Jacinta Marto, los pastorcitos a los que se apareció la Virgen el 13 de mayo de 1917, pero tuvo el efecto contraproducente de oscurecer casi completamente el rito celebrado en la explanada de la basílica de Fátima a pleno sol.
El Papa prefirió encargar a su secretario de Estado la lectura de un texto del que el Pontífice es, a lo que parece, uno de los principales protagonistas. La inmensa multitud de fieles, muchos de ellos humildes campesinos portugueses, que llenaban la explanada del santuario, no pareció comprender demasiado el sentido de las palabras del cardenal Sodano, aunque las pronunció en portugués. El Papa le escuchaba también, sentado a un lado del altar, visiblemente emocionado.
Los primeros rumores que apuntaban a la clamorosa declaración hecha ayer por la Iglesia católica se escucharon en Roma el pasado jueves. El cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lejos de desmentir esos comentarios, dio alas a toda especulación al reconocer que Juan Pablo II ama las sorpresas.
La de ayer no lo fue completamente. De hecho, el propio Pontífice había hecho en su homilía una enigmática mención al siglo XX, identificándolo como el "tiempo de las tribulaciones" que habían sido "vaticinadas" en Fátima. "Expreso mi gratitud a la beata Jacinta, por los sacrificios y plegarias dedicadas al Santo Padre, al que ella había visto sufrir tanto", añadió. Se trataba de una mención oblicua a la tercera parte del misterio de Fátima, que, efectivamente, contenía la profecía del atentado sufrido por Karol Wojtyla.
Se cierra así este tercer viaje del Papa a Fátima, un lugar de peregrinación que se ha ido convirtiendo con los años en una verdadera obsesión para el Pontífice. Tanto es así, que Juan Pablo II visitó el santuario portugués el 13 de mayo de 1982, un año después de sufrir el atentado, y en 1984 entregó a la Virgen de Fátima el proyectil disparado por Agca con su pistola de nueve milímetros, bala que le destrozó los intestinos. Wojtyla regresó al santuario mariano portugués en 1991, y prometió volver una tercera vez.
El viernes, nada más aterrizar en el aeropuerto de Lisboa, el Papa se trasladó a Fátima, ansioso por rezar en la capilla de las Apariciones de la pequeña localidad escogida por la Virgen para manifestar sus profecías. Allí, Juan Pablo II hizo un regalo lleno de simbolismo a la Señora del Rosario, "cuya mano maternal detuvo la bala disparada por otra mano", según sus propias palabras. Entregó a la Virgen el anillo que a él le regalara el cardenal primado de Polonia Stefan Wyszynski cuando Wojtyla fue elegido Papa, el 16 de octubre de 1978.
Hay quien ve en este gesto del Pontífice una despedida, el cierre del largo ciclo de su pontificado. El portavoz vaticano, Joaquín Navarro-Valls, no lo negó explícitamente. "El Papa ha querido regalarle a la Virgen el objeto más preciado que posee, el anillo de Wyszynski", dijo.
En todo caso, esta tercera visita a Fátima del Pontífice -que anoche al regresar en avión a Roma envió un telegrama al rey Juan Carlos, "mientras sobrevuelo tierras españolas", en el que pedía que el país "mantenga sus valores espirituales y humanos"- pasará a la historia por la sobrecarga de acontecimientos. Las emociones experimentadas eran ayer visibles en la expresión de Wojtyla, que aguantó impertérrito la larga misa.
Bajo un sol implacable, los peregrinos -unos 500.000, aproximadamente la mitad de los previstos- llenaron la explanada: entre los asistentes figuraban las autoridades políticas y la jerarquía católica portuguesa. En sus palabras, Karol Wojtyla dejó constancia de su absoluta fe en la autenticidad de las revelaciones hechas por la Virgen a los niños pastores.
La tercera y fundamental vidente de Cova de Iria, Lucia dos Santos, carmelita de clausura desde los años veinte, que acaba de cumplir 93 años, asistió a la ceremonia después de mantener una reunión reservada con el Papa. Lucia dos Santos sabía ya a esas alturas que el Papa había previsto hacer público el tercer misterio de Fátima. Ahora puede morir tranquila.
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