Sombras del pasado
Días atrás vimos a un abuelo de Puebla de la Sierra arando su terruño con una yunta de mulas. Sucedía junto al cementerio, la misma mañana en que este diario informaba en su última página sobre la exclusiva moda de hacerse enterrar en la Luna. Nos dijimos que aquel serrano aferrado a su arado y a su patatal era el alegre reverso del rico que no encuentra en todo el planeta un amado lugar donde caerse muerto. Pero cuando nos comentó que ya no vivía de continuo en su pueblo -sólo lo hacen 30 vecinos-, sino en Vicálvaro, sentimos la nostalgia brutal de un mundo que va a perderse antes incluso que las cenizas de esos cadáveres siderales.Hay mucho de elegía, de adiós final, en andar los viejos caminos de Puebla de la Sierra. Nos despedimos del labrantín, quizá hasta nunca. Atrás dejamos la ermita de la Soledad y el anejo camposanto; atrás, la Fuente Vieja (1589), con su tosca bóveda de lajas que cubre el pilón de sillería, y por la calle de la Fuente nos acercamos al pueblo para doblar enseguida a la izquierda, a la altura de las primeras casas, y bajar al río de la Puebla, que cruzamos por una pontezuela sombreada por álamos temblones. O Populus tremula. Literalmente, el árbol del pueblo que se estremece, que agita sus hojitas a la menor brisa como despidiéndose, también él, de los caminantes.
Una vez en la orilla contraria, trepamos un corto trecho bordeando una cerca de piedra y tomamos la senda horizontal que discurre valle abajo culebreando entre enormes robles albares. Se trata del camino viejo a Robledillo, la única vía de comunicación que existía entre Puebla de la Sierra y el vecino Robledillo de la Jara hasta que, en los años ochenta, se abrió la actual carretera, en realidad una pista forestal asfaltada de 18 kilómetros y 100 curvas que no recomendamos a nadie propenso a hincar la torrija. Es más: lo único que ha hecho la carretera es ratificar la belleza salvaje y casi inaccesible de este valle del lejano noreste de Madrid.
Muy pronto, rebasamos unos ruinosos tinados -cientos de apriscos como éstos salpican el valle, mudos testigos de una civilización ovejera que se ha extinguido-, avistando, en la ladera contraria, el pueblo, el cementerio y otro núcleo mucho mayor de tinados: el de la Ciguiruela. Luego cruzamos el arroyo del Hermosillo, a cuya vera, por encima del camino, se reconocen a duras penas las antiguas pozas para cocer el lino, hoy devoradas por los matorrales. Y en la bifurcación inmediata, tiramos por el sendero de la derecha, que sube sin pérdida posible, entre brezos y jaras, hasta el collado Larda, a 1.397 metros de altura y como a una hora del inicio.
Añosos robles, curtidos en mil batallas contra los elementos, custodian este portacho tapizado de jugosa hierba, desde donde no nos cansamos de mirar y remirar los fabulosos plegamientos de pizarra y cuarcita por entre los que corre el río de la Puebla en pos del embalse de El Atazar. Pero es hora de abandonar el camino viejo a Robledillo y regresar a Puebla, para lo cual rodeamos el cerro Larda -que alza su cresta junto al collado homónimo- por la izquierda y descendemos hacia el sureste por la línea cimera siguiendo las marcas de pintura roja y los hitos de piedras que, de forma un tanto dispersa, nos han venido guiando desde el principio.
Sin perder de vista las señales, enlazamos media hora después con la senda del Portillo de la Jara, que seguimos a la izquierda para ir a desembocar, cumplidas dos horas de marcha, en la nueva carretera de Robledillo. Por el asfalto avanzamos 250 metros en dirección a Puebla de la Sierra y, al llegar junto a una empalizada, nos desviamos por el camino que avanza río arriba hasta el área recreativa La Tejera-parque Avellanos, ya a las puertas del pueblo, donde parejitas de paso retozan a la amorosa sombra de los avellanos, los alisos y los rebollos, trayendo un fugaz asomo de fecundidad a esta tierra que, si otros jóvenes no lo remedian, pronto sólo criará malvas.
Paseando por Internet
- Dónde. Puebla de la Sierra dista 96 kilómetros de Madrid y tiene dos caminos de acceso: por la autovía del Norte (N-I) hasta la localidad de La Cabrera, para seguir por la M-127 hacia El Berrueco, Cervera de Buitrago y Robledillo de la Jara, de donde sale la M-130 hacia Puebla de la Sierra. O por la N-I hasta Buitrago, para continuar por Gandullas, Prádena del Rincón y el puerto de la Puebla. La ermita de la Soledad, donde comienza esta excursión, se halla en las afueras del pueblo, saliendo por la carretera de Robledillo. Hay autobuses a diario de la Mancomunidad Sierra del Rincón (teléfono 91 8697061). - Cuándo. Paseo circular de nueve kilómetros tres horas de duración, con un desnivel acumulado de 300 metros y una dificultad media, sólo recomendable para días claros de primavera u otoño.
- Quién. El centro de Recursos de Montaña de la localidad de Montejo de la Sierra (calle del Real, 1; teléfono 91 8697058) facilita información sobre esta ruta, que está incluida en la guía Cinco rincones tiene esta sierra, a la venta en el propio centro. Este itinerario se halla además disponible en la página web: www.sierranorte.com/rutas/index.html.
- Y qué más. Cartografía: mapa excursionista Sierra Norte, a escala 1:50.000, de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; teléfono 91 5343257).
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