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El Parlamento de nunca acabar

Las instituciones tienen la obligación de dar ejemplo de seriedad a la sociedad, pero las obras de construcción del nuevo Parlamento foral de Navarra han demostrado que hasta los más altos representantes institucionales pueden ver cómo se desmoronan ante sus narices las garantías mínimas de eficacia en una obra de tanta prestancia. Cuando se falló la adjudicación del proyecto a favor de la unión temporal de empresas (UTE) formada por ACS (Obrascon y Auxini) y la navarra ACR, uno de los elementos que más pesó en la decisión fue la garantía de que el Parlamento estaría acabado antes de lo previsto, en 17 meses.El órgano de contratación no pedía tanta celeridad. Había calculado 22 meses de obras y un presupuesto de 2.054 millones. La UTE se lo llevó por 1.690 millones. Nadie preveía lo que iba a ocurrir.

Y lo que ha ocurrido es que, un año después de colocada la primera piedra del edificio, que debe ubicarse en el solar que ocupó la antigua Audiencia de Navarra, en pleno centro de la ciudad, los trabajos apenas han avanzado. Es decir, que transcurrido la mitad del plazo previsto para la ejecución del proyecto, se ha ejecutado tan sólo un 5,6% del presupuesto de la obra, equivalente a certificaciones que el propio Parlamento califica de "irrisorias", por valor de apenas 95,7 millones de pesetas.

Y, lo que es peor, desde hace 15 días los trabajos están completamente parados. La madrugada del 12 de junio, un fuerte derrumbe se llevó por delante una gran parte del lienzo superior de la fachada decimonónica trasera del inmueble, el único vestigio de los antiguos juzgado que quedó en pie, al ser integrado en el proyecto.

Desde entonces, una grúa de proporciones gigantescas llegada desde Bilbao sostiene esa parte del Parlamento, mientras otras grúas menores hacen lo propio con otras zonas de unos muros que los técnicos consolidan como pueden para que no se vayan abajo. Los sanfermines están a la vuelta de la esquina y todavía no ha sido posible siquiera desescombrar del interior el material que cayó. El retraso puede ser monumental y muchos ciudadanos y también parlamentarios empiezan a pensar que se trata de un edificio gafado, víctima de la maldición de algún reo inocente condenado injustamente.

El Parlamento foral amenazó a las constructoras con rescindir el contrato si no acreditaba documentalmente que estaba dispuesta a continuar unos trabajos que, en vez de estar en la fase de acabado, están aún, por el contrario, destinados a apuntalar los muros existentes. En la práctica no se ha hecho otra cosa que el vaciado interior de la vetusta Audiencia Provincial. El retraso previo al derrumbe, que provocó un visible agujero de 15 metros de longitud por cuatro de altura en el muro, era ya de cinco meses y había provocado en febrero un primer apercibimiento de la Cámara, que llegó a preguntar a las empresas si estaban realmente dispuestas a cumplir el contrato.

El presidente del Parlamento, el socialista José Luis Castejón, dueño de una paciencia a prueba de bomba, ha dejado a un lado el malestar causado por los retrasos y los accidentes, y ha señalado que las adjudicatarias acabarán la obra "y la harán bien". No obstante, todos los portavoces parlamentarios quieren que los responsables de la UTE expliquen los motivos de un derrumbamiento que aún no tiene explicación y que no fueron aclarados en el informe técnico que las empresas presentaron ante la Cámara explicando el suceso.

El Parlamento rechazó de plano cualquier posibilidad de acabar derribando por completo la fachada diseñada por Julián Arteaga. El equipo ganador del concurso de ideas, celebrado en 1996, compuesto por los arquitectos Mariano González, Juan Miguel Ochotorena, Javier Pérez y José Vicente Valdenebro, decidió integrar la fachada como envoltorio en un moderno hemiciclo parlamentario que quedará semienterrado y rodeado de espacios interiores totalmente acristalados, distribuidos en tres plantas con 11.000 metros cuadrados de superficie útil. De hecho, la Cámara está ubicada en el Ensanche pamplonés, en un entorno donde perduran algunos de los edificios del siglo pasado más valiosas de la ciudad.

El Parlamento rechazó la petición de las constructoras de suspender las obras temporalmente y considera que la única opción es obligar a las adjudicatarias a acabar los trabajos. Lógicamente, la sede definitiva del errante Parlamento navarro, condenado durante dos décadas a vivir en locales alquilados, no verá la luz este año. Con suerte se inaugurará a finales del 2001. Eso si los fantasmas de los antiguos reos condenados en el recinto no le juegan malas pasadas.

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