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La policía del Ulster logra evitar incidentes graves en la marcha orangista de Portadown

Isabel Ferrer

El lanzamiento de piedras y de una escalera de mano contra la policía de Irlanda del Norte, así como los empujones e insultos recibidos por sus agentes, sellaron ayer el desfile de la orden protestante de Orange por las calles de Portadown, en el condado de Armagh. La marcha, una de las más polémicas celebradas en la región para conmemorar la victoria del rey protestante Guillermo de Orange contra el depuesto monarca católico Jacobo II en 1690, llegó al centro sin haber podido cruzar la calle de Garvaghy, de mayoría católica. La Comisión de Desfiles norirlandesa forzó a los orangistas a desviarse de su ruta habitual.

Los enfrentamientos de ayer fueron organizados por centenares de partidarios del desfile que no pudieron entrar en la iglesia de Drumcree. Situada en lo alto de una colina, el final de su servicio religioso del domingo marca el inicio de la marcha, camino del centro de Portadown. Una vez en el exterior, Harold Grace, uno de los jefes de la Orden de Orange, se dirigió a los presentes asegurando que los protestantes del Ulster están sometidos. "Estábamos arrodillados y ahora nos arrastramos. Es hora de que nos levantemos antes de que este país haya desaparecido", dijo, en alusión directa al Gobierno autónomo norirlandés, de coalición entre los propios protestantes y los católicos, que le parece espurio. David Trimble, ministro principal de dicho Ejecutivo y líder del Partido Unionista del Ulster (UUP), había pedido calma "porque las causas nunca pueden combatirse con violencia". Al llegar junto a la calle de Garvaghy, bloqueada por la policía antidisturbios, David Burrowes, otro de los líderes orangistas, leyó en voz alta una carta de queja. "Es una pena que los habitantes de Portadown sean incapaces de aceptar el acuerdo de Belfast, que llama al respeto mutuo de nuestras tradiciones y cultura", afirmó. Los agentes, que impedían el acceso al barrio católico con tanquetas y barricadas, recogieron la misiva y el desfile siguió su camino. Temiendo un choque violento, Londres había enviado a la zona un refuerzo de 2.000 soldados para apoyar a la policía. Dara O'Hagan, miembro del Sinn Fein, lamentó que todavía no pueda vivirse en paz a la sombra de Drumcree. "La gente de Garvaghy tendría que estar libre de la amenaza del sectarismo, pero no. Tienen que sufrir este acoso a diario". La Comisión de Desfiles, el grupo político-religioso encargado de organizarlos, prohibió atravesar dicha calle en 1998 a la Orden de Orange. Ese año, los choques entre manifestantes y policía se saldaron con 30 heridos. El asesinato de tres niños católicos en su casa separó aún más a ambas comunidades. La propia comisión deberá decidir hoy si mantiene el veto para el próximo domingo. El 12 de julio es la fecha más importante del calendario para los orangistas, que marchan durante tres meses para conmemorar sus victorias guerreras.

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