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Merce Cunningham muestra en Barcelona su lucidez creativa

El octogenario coreógrafo presenta 'Event' en el Grec

Tiene 81 años, una artritis que le impide caminar sin ayuda y una lucidez sorprendente. El bailarín y coreógrafo Merce Cunningham (Centralia, Washington, 1919), uno de los padres de la danza moderna, conserva intacto el amor por el baile y la experimentación que han marcado toda su vida. Pese a sus dificultades motrices, no ha dudado en abandonar su residencia neoyorquina, en donde mantiene el estudio en el que da clases, para acompañar a su compañía hasta Barcelona, donde el grupo actuará desde mañana al día 21.

Será en el anfiteatro Grec, sede de su última actuación en la ciudad, en 1985. Cunningham regresa con el mismo espectáculo, Event, una propuesta que, dice, se adapta al espacio y que es cada vez una experiencia única. Colaborador de artistas tan diversos como Andy Warhol, Brian Eno, Jasper Jones y, especialmente, John Cage, Cunningham fundó su propia compañía en 1953. Con ella ha ido ampliando los horizontes de la danza, incorporando las nuevas tecnologías hasta el punto de ayudarse de un programa informático para idear nuevos movimientos, una herramienta que le permite trabajar sentado y que utiliza habitualmente. En 1964, el coreógrafo se vio en la tesitura de preparar una actuación en un museo de Viena. Era un gran espacio sin escenario, y las entradas y salidas de los bailarines no podían ser convencionales. Cunningham decidió que lo mejor era ofrecer un collage desde el repertorio existente.

Nació así el primer Event, que él define como "una experiencia de danza más que una velada de danza". Desde entonces, la compañía ha ofrecido más de 600 actuaciones de estas características en ubicaciones tan insólitas como gimnasios y espacios al aire libre, aunque también en teatros con proscenio. Cada nuevo espacio impone el reto de crear secuencias nuevas que se adapten a él, y que se compaginan con bailes completos o fragmentados ya existentes. Cunningham recuerda con agrado su anterior visita al Grec, aunque de aquella actuación sólo ha memorizado un detalle que le impactó sobremanera: "Había murciélagos, y uno de ellos sobrevolaba la cabeza de una bailarina mientras ella se mantenía estática".

Pese a su carácter único, en los Event no hay lugar para la improvisación; la compañía recaba la máxima información sobre las características de cada nuevo espacio, y ensaya en el estudio los movimientos que ofrecerá en él. Estos espectáculos se representan sin pausa y tienen una duración de 80 entre y 90 minutos. Gran aficionado al cine, Cunningham estableció esta medida temporal porque es similar a la duración media de las películas. En este tipo de propuestas, como en toda su producción, la música tiene una presencia destacada. Sin embargo, no hay relación entre ésta y la danza. "Son independientes, pero queremos que en cada espectáculo haya música porque forma parte de nuestras vidas. En cualquier caso, la música no es un soporte para el baile, es el espectador quien debe hacer el ejercicio de juntarlos mentalmente, no la compañía", explica Cunningham.

La misma independencia se establece en el caso de la danza y la escenografía, que también sigue su camino al margen del movimiento. En esta ocasión, y dadas las características del anfiteatro barcelonés, se utilizarán proyecciones de imágenes captadas por ordenador; imágenes a partir del movimiento, pero en su mayor parte abstractas. Cunningham se extiende en detalles cuando habla de su trabajo; su asistente, la misma persona que le ayuda a caminar, vigila que el maestro no se fatigue demasiado.

Carles Ribas

Babelia

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