EL OTRO VIVALDI DE FABIO BIONDI
Vibración
Confieso ser un rendido seguidor de la causa que el violinista y director Fabio Biondi defiende desde principios de los noventa al frente de su grupo L'Europa Galante. Parecía que el barroco italiano, encabezado por el gran Vivaldi, había tenido para una entera generación su gran momento en los años setenta, Anónimo veneciano mediando. Para muchos de nosotros fue en efecto una especie de contrapunto a Pink Floyd, un territorio donde encontrar melancólico solaz sin perder la conciencia de lucha. Qué cosas. Hasta que las impecables versiones de I Solisti Veneti e I Musici, los dos grandes grupos del momento, pasaron a ser repertorio privilegiado del hilo musical, y entonces nos desentendimos del asunto, junto con tantas otras cosas.Así vivíamos hasta que llegó Fabio Biondi y nos descubrió otra manera de interpretar y escuchar a esos autores. Lo hizo con toda la desfachatez, sin ocultar la operación comercial que había impulsado su irrupción en el mercado: es sabido que fue su primera discográfica, Opus 111 -ahora Biondi graba para EMI-Virgin-, la que se dirigió a él para que montara un grupo con instrumentos originales enteramente italiano, a la vista de que las versiones historicistas habían sido patrimonializadas por formaciones británicas y holandesas. Confirmamos entonces algo que ya sospechábamos: que la comercialidad no siempre es enemiga de la calidad y que la perversa industria que gobierna nuestros gustos a veces también alienta descubrimientos certeros.
¿Qué ha aportado Biondi al repertorio barroco italiano? Tensión. Dramatismo. Teatralidad. Conflicto. En consecuencia: sorpresa, inquietud, sobresalto, zozobra. Si habíamos pensado que la jerarquía dictada por la melodía era insoslayable, si nos había parecido que la disonancia era poco menos que un trámite hacia la serena resolución consonante, Biondi llegaba para poner en cuestión todas esas certezas en nombre del Barroco, un periodo que hizo bandera de las expectativas no resueltas, de las inesperadas entradas y salidas de escena, de los golpes de efecto dinámicos, de la extravagancia armónica y del virtuosismo como espectáculo de masas. Pasión por la máscara, por lo inesperado y oculto: no hay más que plantarse en la plaza de San Marcos y calibrar el juego de opuestos entre la contención del campanario y los soportales, por un lado, y el estallido bizantino de la basílica, por otro, para darse cuenta de que una escenificación semejante forma parte del tuétano veneciano. Ahí estaba, muy evidente, ese gusto por el contraste. Vino Biondi y se encargó de llevarlo a la música.
En el Festival de Torroella de Montgrí (Girona), el pasado miércoles por la noche, todo eso se hizo vibración de cuerda. Tres conciertos para dos violines de L'Estro armonico de Vivaldi, para empezar. Ecos y persecuciones sin respiro, ahora estoy aquí, ahora ya no, ahora reaparezco, ahora me planto. Biondi siempre de primer violín y director, dos miembros del grupo alternándose como segundos violiones. Podrían ser esos o cualquiera de los nueve restantes, pues L'Europa Galante funciona como un motor único que quema un solo combustible: el que le proporciona el genio de su líder. ¿Una prueba? Cuando sus funciones de solista se lo permiten, Biondi se une con naturalidad al tutti concertante. Está en todas partes. Está y no está, como un personaje de Goldoni. O como un músico de jazz.En la segunda parte, un concierto de Bach, transcrito para cuerda del original para teclado, y el extroardinario Concerto grosso 'De Navidad', de Corelli. Esta última pieza es una imponente catedral armónica de la que Biondi despliega los planos ante la audiencia para que conozca tanto los fundamentos como el último detalle del retablo del altar mayor. Desteje las líneas intermedias para que cada una brille con luz propia, pero a la postre es todo el edificio el que acaba por imponerse soberbiamente.
Camino de la ópera
Planteamientos interpretativos tan teatrales como los de Fabio Biondi no podían más que desembocar en un territorio: la ópera. El violinista italiano concede cada vez mayor espacio a este género en el repertorio de L'Europa Galante. Hace un año estrenó en Estambul Bajazet, ópera de Vivaldi que, con dirección escénica de Pier Luigi Pizzi, proyecta llevar al Festival de A Coruña del 2001. En el festival de La Granja (Segovia), donde actuará el próximo 15 de septiembre, interpretará una serenata de Domenico Scarlatti en honor de Felipe V. Es Clori, Dorino e Amore, obra de argumento alegórico-pastoral que ha exhumado del inexplorado legado del siglo XVII italiano.
Del mismo Scarlatti Biondi estrenará en octubre, en Palermo, la ópera seria Massimo Puppieno. Pero las expectativas se centran en la Norma, de Bellini, que Biondi se apresta a dirigir en Parma en marzo próximo. Muchos le acusan ya de injerencia indebida. Él se pregunta por qué las revisiones historicistas deben limitarse a la música anterior al siglo XIX. Como no entiende de barreras, ahí está, preparando su Norma.
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