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Aprender

Escribo con anticipación, pero sospechando que este inicio de curso nos vamos a encontrar con los problemas de siempre y uno más: la polémica sobre el adelanto de fechas para la rentrée, que no deja de ofrecer su puntito exótico. Las familias, que se supone están deseando colocar a las criaturas tras haber disfrutado de su compañía hasta la saciedad, se quejan de que el 7 de septiembre, (señalado este año por consellería para el gran retorno en Primaria y para los muchos secundarios que no han podido pasar a institutos), es demasiado madrugador. Y es que, además de que aún hay quien tiene vacaciones, más de un santo patrón podría sentirse agraviado en tantos pueblos que viven este mes como una gran fiesta mayor.Sin frivolidades: malo es que el Consejo Escolar de Valencia, que se ha llegado a plantear hasta realizar un llamamiento a la desobediencia civil, no haya sido ni escuchado, tratándose como se trata de un órgano consultivo de participación.

Por lo demás, habría mucho que debatir, y no sólo sobre si es pedagógico, con esta caló, reintegrar al aula a los alumnos y sus pobres profesores. Tampoco está clara la por algunos defendida jornada intensiva, que obliga a un sprint de contenidos, aunque en esto de los horarios escolares el criterio suele cambiar según el cristal con que se mire. Los maestros dicen que la escuela no debe realizar la función de canguro o almacén, y con razón. Pero principalmente las madres agradecerían que se les facilitaran un poco más las cosas para poder normalizar su vida civil. Otra cosa es el doble turno, que ni el mejor gabinete de propaganda podrá presentar jamás como una opción basada en criterios didácticos, pues viene obligado por la crónica carencia de plazas en los institutos. Creo que en Elda andan sublevados, con un extenso memorial de agravios que incluye deficiencias compartidas con otras muchas comarcas: centros con goteras y sin gimnasio, barracones provisionales que se eternizan, docentes enfermos que no son sustituidos, falta de unidades para los de tres años, carencia de equipamientos y de personal que impide la implantación de la Formación Profesional... El APA de Alicante barajaba la posibilidad de convocar una manifestación.

La última queja ha sido admitida como justa incluso por el Síndic de Greuges, que ya es. Creo que surgió del APA del instituto de Sant Vicent del Raspeig, hartos de que algunas asignaturas de la línea en valenciano fueran impartidas por profesorado que desconoce la lengua. Esto es algo que ha ocurrido a menudo, desde siempre, pero que cada vez resulta menos disculpable, pues tiempo ha habido para reciclar o trasladar maestros y catalogar los centros. También parece que el borrador del Pacto por la Educación exime del valenciano a profesores especialistas, como pueden ser los de Inglés, Música o Educación Física.

Por fin, anotaré lo didáctica que resulta, a un año vista, la inauguración oficial del curso pasado en un centro del Opus con trampas y cartón: hemos tenido que asimilar -puesto que todas las cabezas siguen en su sitio, y hasta alguna pata tan profundamente metida que no sale ni con grúa- que en política aún hay piedad, paz y perdón. O quizá es que tamaña impunidad sólo responde al principio de la santa desvergüenza. Queda tanto por aprender...

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