El Alavés se bloquea en su debut

El Alavés no verá inconveniente alguno en archivar su estreno europeo como una efeméride desprovista de significado deportivo. Los nervios del debut, una mala noche colectiva o el peso de tanto nombre y apellido (de los socios) impreso en sus camisetas impidió a los jugadores del Alavés jugar al fútbol. El conjunto vasco erró por el campo, trompicado y obtuso. Exhibió tartamudeos en vez de pases y arrastró el balón cuando parecía haber aprendido a trasladarlo. De hecho, en su primera noche europea olvidó su identidad, sus principios e hizo agua por todos los flancos. En su desatino general, nada tuvo que ver el Gaziantepspor, que se limitó a mantenerse ordenado para lanzar alguna que otra carrera hacia la portería rival.El conjunto turco supo ser una réplica del Alavés que forjó su permanencia en Primera a base de desquiciar el ánimo ajeno. El Alavés, en cambio, no supo crear nada para invertir su difícil postura. Sin neuronas sobre el campo, el encuentro derivó hacia el esperpento. Cerca del pitido final el balance del Alavés invitaba a la depresión: posesión estéril del balón, una decena de irritantes pisotones al esférico, y un sinfín de pases incomprensibles. Sin remedio para el Alavés; con una leve esperanza para el Gaziantepspor, que siempre podía aprovechar la languidez de su rival. Mientras, algún socio meditaba un encargo: que borraran su identidad de la camiseta europea del Alavés.