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MUJERES

Cinco profesionales señalan la distancia entre la ley y la igualdad real

Aunque la escritora Rosa Regás, de 67 años, le doble la edad a la politóloga Belén Barreiro, de 32, tienen en común su defensa de la mujer y la opinión de que falta mucho por recorrer para lograr la equiparación entre ambos sexos. Regás y Barreiro, ésta de moderadora, participaron la pasada semana en Madrid en el debate Cinco visiones de la situación de la mujer en España organizado por la Fundación Alternativas y en el que también intervinieron la juez Ana Ferrer, la presidenta de la Internacional Socialista, María Dolores Renau y la secretaria de la Federación de la Banca de Comisiones Obreras, María Jesús Paredes."Cuando haya tantas tontas como tontos en cargos directivos podremos decir que se ha conseguido la igualdad", resumió con contundencia Paredes, que admitió la excesiva masculinización del mundo sindical ya que "no hay que olvidar que el sindicato nace en un mundo masculino". Paredes se mostró contraria a que la "antiguedad" sea motivo de ascenso laboral en una empresa ya que perjudica a la mujer porque ésta, al incorporarse tarde al mundo laboral "nunca logrará equipararse al hombre".

La magistrada Ferrer analizó la legislación española y después de afirmar que ésta garantiza formalmente la igualdad se detuvo en el concepto de "discrecionalidad" y lo aplicó a su ámbito profesional. "El 36,27% de los jueces somos mujeres, es decir, 1.243. De los 50 presidentes de audiencias provinciales, cuatro son mujeres y en el Tribunal de Justicia -16 miembros- y en el Supremo -80- no hay ninguna mujer. Y la verdad es que yo no observo que mis colegas hombre estén más preparados que mis colegas mujer".

"El peor enemigo del feminismo es el traje de novia. Es un orgullo decir 'soy feminista' porque es el movimiento que ha conseguido la solidaridad y complicidad entre las mujeres de todo el mundo", explicó con contundencia Regás, no sin antes reivindicar la libertad sexual y económica de las mujeres en contraposición a la caduca manera de ver a la mujer "o como el ángel del hogar o la mujer objeto".

Por su parte, Renau calificó al feminismo como "uno de los movimientos de liberalización de la humanidad porque generaliza y universaliza los derechos". Pero mostró su preocupación por el debilitamiento del Estado frente al poder de las multinacionales, ya que se corre el riesgo de que aumenten las desigualdades. "No en vano", concluyó, "ya se habla de la feminización de la pobreza".

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