Puro vértigo
¿Ingeniería financiera o desarrollo industrial? Ésta es la pregunta que se hace el empresariado español y los analistas bursátiles sobre los dos principales responsables de Puleva (Pura Leche de Vaca), Javier Tallada y Guillermo Mesonero Romanos, cuya empresa se ha fusionado con Azucarera Ebro para formar el primer grupo alimentario español con unas ventas estimadas para este año de 400.000 millones de pesetas (es el 25 grupo europeo del sector).Ambos directivos reúnen una biografía de voracidad empresarial que se sale de cualquier manual al uso. Han sido el parangón de Juan Villalonga, ex presidente de Telefónica, en el sector alimentario (Javier Tallada es primo carnal de Concha Tallada, ex mujer de Villalonga). Ambos, Tallada y Mesonero Romanos, han pilotado una gestión de vértigo en la que han alternado algunas operaciones lógicas con verdaderas excentricidades.
Nadie sabe la inversión que el dúo de financieros hizo en Puleva, de la que llegaron a controlar el 10% en 1995, que más tarde se convirtió en el 5%. La última información en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) fija en el 7,4% la participación directa o indirecta de ambos directivos. Esta participación ha sido valorada en 7.400 millones de pesetas para el canje con Ebro.
Javier Tallada, 39 años, irrumpe en el mundo empresarial en el año 1995. En nombre de un elevado número de pequeños inversores se hizo con el control de la gestión de Puleva, una empresa láctea en suspensión de pagos y con una deuda de 25.000 millones de pesetas.
La asfixia financiera condujo a la empresa al juzgado, aunque la apuesta de Puleva por la innovación ya era entonces evidente. Acosada por la liquidez, Puleva tuvo que vender a la multinacional Abbot uno de sus activos más valiosos, su división de productos infantiles, por unos 14.000 millones de pesetas y se comprometió a no entrar en este terreno hasta final de 1999.
La entrada de Tallada en Puleva alberga algunas sombras. Tallada es un buen conocedor de los mecanismos del mercado bursátil y de la asesoría de empresas, puesto que había trabajado en las firmas de intermediación FG y Asesores Bursátiles. Junto con el hombre de su máxima confianza, Guillermo Mesonero Romanos, 42 años, (descendiente de José Mesonero Romanos, escritor costumbrista madrileño autor de Escenas Matritenses), forma un tándem que genera en el mercado fuertes críticas y alabanzas en dosis similares.
Desde quienes les califican de "alquimistas de las finanzas" hasta quienes entienden que han "aportado imaginación" a la empresa, los analistas, todos por supuesto de forma anónima, sostienen que nadie les puede poner en duda su fama de intrépidos y su apetito por agrandar su presencia en el mundo empresarial español aunque muchos de sus proyectos se han ido al traste.
A pesar de que sus detractores afirman que su trabajo en Puleva ha sido ingeniería financiera e imagen, lo cierto es que la empresa láctea ha cambiado radicalmente su cuenta de resultados. En 1999 Puleva consiguió unos beneficios de 4.647 millones de pesetas, con un aumento del 43,6% sobre el año anterior. Aparte de estos resultados, la empresa láctea ha apostado por la innovación y las nuevas tecnologías como lo reflejan las creación de sus filiales Puleva Networks y Puleva Biotech.
La unión de empresas que ahora se ha logrado con Ebro estuvo en la cabeza de los dos emergentes financieros y de hecho trataron de convencer a varias entidades financieras para controlar Azucarera Ebro hace tres años. En la fusión que se ha firmado ahora, el centro del foco lo ocupa el presidente de Ebro, José Manuel Fernández Norniella, presidente de Ebro y ellos han quedado en segundo plano.
A pesar de que la unión con Ebro les supone un acierto, según los analistas consultados, la historia de este dúo dinámico de las finanzas esta jalonada de sonoros fracasos, de algún revolcón, de varios enfrentamientos y de algún proyecto casi esperpéntico. Entre los proyectos de éxito cabe citar la compra de Granjas Castelló por 4.000 millones de pesetas en noviembre del pasado año, operación que le supuso la culminación de una estrategia empresarial para convertirse en un grupo nacional del sector lácteo.
Asimismo, unos meses antes se habían hecho con el control de Leyma-Ram por 6.000 millones en una compra que le aseguraba el abastecimiento de leche, algo que necesitaba en su estrategia como el comer, a la vez que se instalaba en el norte de España y Cataluña. Puleva reordenó el grupo gallego y dio al traste con el viejo sueño de la Xunta y de partidos políticos regionales de crear un gran grupo lácteo autóctono.
Entre los fracasos de Tallada y Mesonero Romanos debe citarse tener que deshacer la compra de zumo Alvalle por divergencias en la valoración y sobre todo la pérdida de la batalla por el control de Clesa, la láctea que dirigía Arturo Gil, un empresario de 62 años miembro de la junta directiva de la patronal CEOE, curtido en mil batallas y que no estaba dispuesto a recibir lecciones de expansión de dos jovenzuelos.
La batalla por el control de Clesa se inició el tres de agosto de 1998 por sorpresa cuando Puleva anunció la compra del 22% de las acciones por 3.000 millones de pesetas. Puleva compró ese paquete a una rama de la familia Pérez-Andújar, familia que tenía la mayoría. Pero la entrada de Puleva fue considerada hostil por el viejo zorro de la CEOE. Lo primero que hizo para defenderse fue sindicar el resto del capital y negarse a vender una acción más para bloquear la operación de los emergentes empresarios. Se abren las hostilidades y Arturo Gil, antes de rebajarse a entablar cualquier tipo de negocición con Tallada y Mesorero Romanos, a los que ningunea, vende la empresa a la italiana Parmalat, tras una pugna de cuatro meses que aún tiene pendiente de resolver flecos en los juzgados.
Pero si Tallada y Mesonero-Romanos se encontraron con el colmillo retorcido de Arturo Gil y perdieron la batalla en Clesa en 1998, fue su intento de controlar Amper a través de Radiotrónica en 1999 la que puede considerarse como la mayor de sus excentricidades en el mundo empresarial.
Tallada y su socio controlaban el 13% de Radiotrónica, firma de las telecomunicaciones, presentaron una Oferta Pública de Adquisición (OPA) por el 100% de Amper, empresa en la que participaba Telefónica (presidida por Villalonga) con el 25% y que era su principal cliente. La reacción de Telefónica fue instantánea y furibunda. En en unas horas amenazó con el "estrangulamiento" industrial de Radiotrónica, (cuyos pedidos a Telefónica eran el 45% de su cartera total) si prosperaba la OPA.
El exceso de confianza y el atrevimiento del dúo de empresarios les llevó a hacer un espantoso ridículo y no tuvieron más remedio que retirar la OPA cerrando un episodio a medio camino entre un sainete de Arniches y una comedia bufa.
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