Al límite
Todos los síntomas que ofreció el Barcelona en Zaragoza son tan alarmantes como delata la clasificación: los puntos que ha perdido suman más que los que ha ganado. El azulgrana es un equipo a medio camino de no se sabe bien qué, tanto en la cancha como en el camerino, malo atacando y peor defendiendo, presa del desgobierno, de la falta de orientación y de personalidad. El entrenador parece actuar contra natura, dispuesto a jugarse el cargo con un juego que no se le suponía, así que va aprendiendo más que enseñando. El equipo ha empeorado respecto al año pasado porque se ha hecho a destiempo, tanto que los fichajes no han supuesto ningún refuerzo sino que penan como suplentes. Y los jugadores menores están por encima de los que marcan las diferencias, pues Simão, por lo que se vio ayer, puede jugar hasta de lateral. Mediocre en todas las líneas, mal trabajado tácticamente, el Barça se pierde en el campo con independencia del rival y del torneo. La alineación que Serra Ferrer pintó en Anoeta parece tan superada como la que nació ante el Leeds. Fubolistas como De Boer, Gerard o Iván desaparecieron de escena para dar entrada a jugadores más físicos como Petit, Abelardo o Puyol, además de recuperar a Xavi, el único centrocampista del plantel junto a Cocu. Pareció que el Barcelona apelaba a la contundencia y renunciaba al toque. Era el fin del ideario del Ajax y de los futbolistas holandeses, del juego combinativo, de conservación de la pelota, en beneficio de un fútbol más directo, dinámico y profundo. La victoria ante el Madrid y los empates en Milán y Elland Road fueron tan bien recibidos que dejaron a ojos vista sólo un asunto por resolver: no había portero. Dutruel fue sustituido por Arnau, y hasta ayer, en que se apreció que el Barça tiene un serio problema no sólo con el guardameta sino con el delantero centro y cuantos les unen. Inferior como equipo, fracasó igualmente en lo individual, comenzando por Rivaldo, demasiado ausente, así que con el portero se cayeron también Rivaldo, el equipo y los papeles de Anoeta. La derrota resultó tan dolorosa que exige medidas. El problema es que no se sabe muy bien de quien es la culpa.
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