Gore consigue pocos avances, de momento
Al Gore podría ganar la batalla del recuento manual y perder, sin embargo, la guerra de las elecciones. Porque el examen individualizado de las papeletas no lleva camino, por ahora, de proporcionarle el paquete adicional de votos que necesita para compensar los 930 de ventaja que mantiene George W. Bush. En Broward County, donde el recuento está bastante adelantado, Gore logra una ganancia neta -según datos oficiosos- de 78 votos. En Palm Beach, con casi el 40% escrutado, la ganancia oscila entre uno y cinco votos, según las fuentes. La gente de Gore sólo puede confiar en que aparezca una circunscripción donde abunden los votos inicialmente rechazados, pero con marcas claras a favor del candidato demócrata, y que las cosas vayan mejor en el populoso condado de Miami-Dade, donde el recuento empieza hoy y se prolongará, probablemente, hasta primeros de diciembre.
Los observadores de uno y otro bando pelean con uñas y dientes por cada papeleta. Los demócratas tratan de incluir las descartadas; los republicanos acumulan las objeciones y, cada vez con más frecuencia, las acusaciones de que "alguien" ha manipulado la papeleta durante el recuento para que pueda sumarse a las de Gore. Las alegaciones republicanas son muy variadas: dicen que algunos demócratas se comen el chad (el papelito no totalmente desprendido al perforar la papeleta en el recuadro del candidato) para convertir en válido el voto, que esconden chads bajo las alfombras, que colocan las papeletas en el montón equivocado... Hay errores, pero en general se subsanan inmediatamente, porque en los centros de recuento no sólo están presentes abogados y observadores de ambos bandos y un pool permanente de periodistas, sino que las reglas de juego son estrictas: los contadores no pueden colocar las manos bajo la mesa, no pueden tocar un voto sin tener a ambos lados un observador de cada bando, etcétera.
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