Violencia del viernes tarde
Pandillas de jóvenes actúan contra menores a los que roban móviles, ropa de marca, relojes y dinero en zonas de ocio
Los mayores vigilan
Son poco más de las diez y media de la noche. Un grupo de cinco o seis chavales, algunos de ellos en moto, la emprenden a patadas con unos adolescentes que salen de la discoteca But, en la calle de Barceló. Pasado el lío, los chicos de las motos y sus amigos se dedican a pintar con un spray un autobús de la línea 40 que permanece atrapado en un tremendo atasco. Todo el bulevar, que va desde la plaza de Alonso Martínez hasta la calle de San Mateo, está tomado por adolescentes dedicados al botellón.A esa hora, decenas de chavales de 14 y 15 años salen de la discoteca. A la mayoría les esperan sus padres para llevarles a casa. "La inseguridad es tal que preferimos ir a buscarles. Ellos están de acuerdo, porque están hartos de que les roben", cuenta Paloma, la madre de un adolescente que ha sido atracado en varias ocasiones.
Extorsiones
Lo que antes era un hecho aislado ahora se ha convertido en tónica generalizada. Los viernes, los adolescentes salen con permiso de sus padres a celebrar la llegada del fin de semana. Se visten con sus mejores prendas: ropa de marca, el último modelo de zapatillas deportivas, el teléfono móvil, que se ha convertido en instrumento imprescindible ahora para ligar, y algo de dinero en el bolsillo. Muchos son los que vuelven a casa sin nada o casi nada.
Nacho, de 14 años, ha sido víctima de estos atracos. "Me han robado varias veces. El móvil, una vez; otra, el reloj; en ocasiones, también el dinero que llevaba", cuenta. A robar a Nacho fue un grupo de chavales de menos edad que él: "Había uno que no debía tener más de 12 años". "Me rodearon y no pararon hasta que les di lo que querían. Ellos eran los que actuaban, pero a lo lejos vigilaban sus hermanos mayores; como decimos nosotros, los de Zumosol", recuerda Nacho.
Los pequeños actúan y los mayores vigilan, porque las posibilidades de ser pillados por la policía son menores y menores también los castigos. En esta suerte de pillería, los delincuentes tienen a su favor que estos robos no suelen ser denunciados por los afectados. "Apenas hay denuncias, porque no nos hacen caso en las comisarías", se queja Cristina, otra madre de adolescente víctima de esta violencia de viernes tarde. Ella se ha unido a otras familias para denunciar el peligro que sufren sus chavales en las horas de ocio. "Todos estos casos que hoy relatamos a EL PAÍS los vamos a exponer al Defensor del Menor y a donde haga falta".Diez de la noche. Dos chicos siguen desde el paseo de la Castellana a Jaime, de 14 años, que va a acompañar a una amiga al autobús. Cuando se queda sólo, cada uno le saca una navaja. Se quedan con la sudadera de Jaime y con 1.000 pesetas que lleva en el bolsillo, pero desprecian el reloj y el télefono móvil. Los atracadores, antes de marcharse, lanzan una amenaza: "Nos hemos quedado con tu cara". Uno añade con sorna: "Ahora, a pasar frío en manga corta, guapito".
La policía admite que estos problemas existen, pero que pocas denuncias llegan a las comisarías. "La zona de Barceló es una de las más frecuentadas por los jóvenes. Hace dos fines de semana detuvimos a tres chavales, uno de ellos una niña, que habían robado a otros chicos", informa un portavoz de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. "Sabemos que ha habido algún problema, pero nada grave. Este distrito tiene conflictos que nos preocupan más", añade el portavoz.
Para las familias de los adolescentes que frecuentan estas zonas de moda, todo lo que allí ocurre provoca graves crisis domésticas, aunque para la policía sólo se trata de pequeños problemas con una tipología común. "Suelen ser chavales de barrios de la periferia de Madrid que vienen al centro, a las zonas en las que se reúnen los llamados chicos bien, para obtener sus botines", explica un portavoz policial.
Javier Urra, defensor del menor, sostiene que las prácticas violentas protagonizadas por los menores de edad "no van en aumento, pero sí se advierte de que en los últimos años ha habido un incremento de casos de violencia lúdica sin motivo aparente".
Urra asegura tener datos que avalan que últimamente se ha experimentado un aumento de agresiones por parte de menores de edad sin un móvil claro, "simplemente, por ser diferente al otro" o "pertenecer a una tribu urbana determinada". Antes, las agresiones estaban protagonizadas en su mayoría por chicos, si bien ahora se detecta un importante incremento de la violencia entre las chicas. "Lo que indica que la sociedad se está endureciendo y masculinizando".
Hasta la oficina del Defensor del Menor llegan también denuncias de familias preocupadas por las extorsiones que sus hijos sufren en los colegios.Lola es la madre de un chaval que se ha sido atracado por otro a la salida del colegio y que ha decidido denunicar el caso. "Mi hijo fue atracado a la salida del colegio como antes lo fueron otros muchos compañeros. Mi marido y yo decidimos denunciar cuando vimos que no se trataba de un hecho aislado. El chaval que atemorizaba a nuestros hijos estaba perfectamente identificado. No estudiaba en el centro, era de otro barrio, pero venía cada día a llevarse su botín. Lo mismo abordaba a los chicos a la salida del centro escolar que en las paradas de los autobuses de la EMT". La denuncia que Lola hizo sirvió para que la policía detuviera al atracador, pero a las pocas semanas volvió a su área de actuación. "Mi hijo tiene un miedo atroz a las represalias. Así que ahora su padre y yo nos turnamos para llevarle y traerle del colegio".
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