La vida sigue igual
En una época como la nuestra, tan rica en cambios y zozobras, resulta reconfortante comprobar cómo algunas cosas se mantienen inalterables. Por ejemplo, la programación de fin de año de todas nuestras cadenas de televisión. Esa noche, todo el mundo monta una gala, todo el mundo se busca un reloj ilustre junto al que celebrar el año nuevo, los mismos cantantes van de una gala a la otra y a veces se produce el prodigio de ver a uno de ellos haciéndose la competencia a sí mismo desde otro canal...
Una de las pocas cosas de las que un español puede estar seguro es de que la noche de fin de año, pase lo que pase, Ramón García, con esmoquin, pajarita y capa española, estará frente al reloj de la madrileña Puerta del Sol con una copa de cava en la mano. Puede que le cambien a la copresentadora (este año fue Paloma Lago), pero a él no hay quien lo mueva. Hace bien: la mayoría de los ciudadanos de este país ya nos hemos rendido y hasta le tenemos afecto.
La única novedad, por llamarla de alguna manera, de la noche de fin de año la puso Tele 5 con el concurso Cara o cruz, para el que han juntado esfuerzos Carlos Sobera y Félix Álvarez (que esa noche hizo doblete al anunciar en Cataluña las campanadas con Mariona Xuclà). ¿De qué iba? Pues de la tradicional pugna entre dos equipos: en este caso, uno de gordos y uno de flacos. No sé quién ganó porque me estaba volviendo loco zapeando, no me fuera a perder la undécima aparición de Julio Iglesias o Chayanne en cualquiera de las galas: si no supiéramos que los programas se pueden grabar y emitir cuando nos dé la gana produciendo una ilusión de directo, pensaríamos que estos personajes tenían, como Dios, el don de la ubicuidad.
La ceremonia de las uvas fue prácticamente la misma en todas las cadenas. Cambiaban los presentadores, claro. Y a veces, el reloj. Los de Tele 5 se fueron a Córdoba, y los de Antena 3 (Constantino Romero y Mar Saura) compartieron la Puerta del Sol con Ramón García y Paloma Lago. Todos, eso sí, nos desearon un buen año, un feliz siglo y un milenio de campanillas. Cumplido tan gozoso trámite, de regreso a la gala: ¡alegría, alegría! Mientras Tele 5, tal vez para ahorrar, refritaba un espectáculo emitido en noviembre, Antena 3 se marcaba Bailando con Mar (lo de siempre con los de siempre más la hermosa señorita Saura). Era la hora de los adultos: los pequeñuelos ya habían sido protagonistas previamente de Noche de estrellas, selección de grandes éxitos de los participantes en Menudas estrellas. presentada por Alonso Caparrós..
Y así, más o menos, pusimos el primer pie en el nuevo año, en el nuevo siglo y en el nuevo milenio. De la forma habitual. Con la compañía de siempre. Para demostrar que algunas cosas no cambian nunca.
De todas maneras, para asegurarnos un futuro en idénticas condiciones de alegre rutina y tranquilizadora previsibilidad, yo no descartaría la idea de clonar a Ramón García, a quien no dudo en identificar como el espíritu de la Navidad y digno sucesor de mitos periclitados como Santa Claus o los Reyes Magos.
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