La izquierda se une en París para garantizar su triunfo en las municipales
La derecha sigue dividida, pero aún puede ganar en varias ciudades
Séguin y Mercier predican con el ejemplo. La noche misma del domingo retiraron sus listas de las circunscripciones en que no encabezaban el voto de la derecha. Así, Mercier se ha sacrificado él mismo como candidato a la alcaldía. A Tiberi y Millon, expulsado el primero del partrido gaullista Unión por la República (RPR) y el segundo de la familia liberal-centrista Unión Democrática Francesa (UDF), no les basta con esas concesiones. Saben que sin ellos Séguin o Mercier no son nada, pero también que solos no pueden ganar, y de ahí que pidan la 'fusión'. Al mismo tiempo son los héroes de una venganza personal, pues han sido tratados hasta hace pocos días como parias por los mismos que ahora les reclaman ayuda.
En Lyón, las listas de Millon y Mercier sumarían el 47,5% de los sufragios. En París, Tiberi y Séguin representan el 39%. En la primera de las ciudades su reserva de votos oscila entre el 5% y el 10%, es decir, tienen la victoria a su alcance. En París, esa reserva ronda también el 10% y, por consiguiente, la victoria tampoco es imposible. Pero, de momento, los odios familiares pesan más que las afinidades políticas.
Como dice François Hollande, primer secretario de los socialistas franceses, 'el cuerpo de la derecha funciona bien, pero la cabeza no rige', o, lo que es lo mismo, la base electoral, sociológica, está ahí, pero los dirigentes son incapaces de capitalizar ese potencial.
La izquierda no sale victoriosa de esa primera vuelta municipal. 'Si ganamos en la segunda vuelta París, Lyón y Tolosa la imagen que quedará de estas elecciones será la de un gran triunfo de la izquierda', ha declarado Vincent Pellon, portavoz del PS.
Ministros 'paracaidistas'
Pero los ministros lanzados en paracaídas han sido rechazados. Los electores no han querido votarles por dos razones: porque no tenían raíces en la ciudad y porque su presencia desmentía una promesa del primer ministro, Lionel Jospin, que era la de acabar con la 'excepción francesa' que permite la acumulación de mandatos y ser, al mismo tiempo, ministro, alcalde y consejero regional. Pero si la izquierda no ha ganado la primera vuelta -aunque tampoco la ha perdido, pues sus resultados están por encima de los obtenidos en 1995-, quizás gane la segunda. Juega con ventaja. Se presentaba desunida, pero con un mecanismo de unión rodado para resolver los litigios entre las dos vueltas. A nadie sorprende que los componentes de la izquierda plural acudan por su cuenta a la primera cita porque todo el mundo sabe que luego se fusionan.
No es el caso de la derecha. De entrada, ya resulta difícil saber en qué consisten sus diferencias como para no ver después, en su enfrentamiento entre ambas vueltas, una mera querella de personas.
Queda el misterio de Tiberi. Este alcalde, reconocido culpable de haber manipulado listas electorales, implicado en asuntos de empleos ficticios y de desviación de fondos, ha cosechado casi el 14% de los sufragios. El RPR no ha sabido deshacerse de él y le ha convertido en mártir. Ahora es Tiberi quien amenaza con crucificar al gaullismo del presidente Jacques Chirac.
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