El cardenal Álvarez cree que el País Vasco debe tener obispos locales
La Iglesia católica parece abocada a una regionalización semejante a la llevada a cabo por la Administración civil desde la Constitución de 1978 si Roma asume el sentir mayoritario de los prelados españoles. El cardenal primado de Toledo, Francisco Álvarez Martínez, se ha sumado a esa opinión, y cree que los obispos del País Vasco deben ser originarios de esa comunidad, como ya se asume para Cataluña de forma casi natural.
El cardenal Álvarez, en cambio, no ve cercana la creación de la Región Eclesiástica Vasca, a pesar de que el proyecto está presentado en Roma desde hace años. Por el contrario, la Conferencia Episcopal Española (CEE) aprobará en su próxima asamblea plenaria, la constitución de la Iglesia catalana como región eclesiástica, y este proceso descentralizador, en un futuro no lejano, llevaría a la creación de regiones eclesiásticas, por ejemplo, para Galicia o Andalucía. Pero el cardenal primado descartó de forma tajante la creación de conferencias episcopales distintas a la CEE. Además, 'en 50 años se habrá quitado mucho la fiebre del regionalismo', sentenció.
El arzobispo de Toledo, nombrado cardenal por el Papa hace un mes cuando ya había solicitado su jubilación tras cumplir los 75 años de edad, invitó el martes a la Asociación de Periodistas de Información Religiosa a conocer la archidiócesis primada, su catedral, la emisora de radio y el canal de televisión propiedad de la Iglesia, y posteriormente a un almuerzo durante el cual opinó sobre qué obispos deben ocupar las diócesis de Cataluña y el País Vasco.
'La idiosincrasia del País Vasco tiene un montón de condicionamientos para cualquier persona que no sea vasca', reconoció. Sin embargo, alabó inmediatamente la gestión del actual prelado de Bilbao, Ricardo Bláquez, natural de Avila, 'que está haciendo una buena labor pastoral', porque, dijo, 'la preparación y la calidad de la persona ayuda a resolver los problemas que puedan surgir'. Recibido con gran recelo por los nacionalistas vascos -el líder del PNV, Xavier Arzalluz, se refirió a él entonces como a 'un tal Blázquez-, el obispo de Bilbao aprendió euskera, se integró inmediatamente en la Iglesia local y nunca volvió a ser zaherido por su origen castellano.
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