Exceso de casualidades
A pesar de tener demasiados personajes y relacionarse entre ellos con un exceso de casualidades, el guionista William Davies ha escrito una película bien estructurada e interesante, que funciona con perfección en su primera mitad pero se estanca hacia la mitad y tarda demasiado en acabar.
Resulta atractiva la historia del mercantilizado abogado defensor que es ascendido a juez pero poco antes viola a una de sus jóvenes empleadas, ella trata de impedir que llegue a ocupar su nuevo puesto y él de que la mate un asesino a sueldo. Sin embargo, sobran personajes, que son innecesarios para el desarrollo de la acción y la alargan en exceso.
Lo que falla, por complejo, en Presunto homicida, título castellano que significa lo contrario del original, The guilty, cuya traducción sería culpable -algún día habrá que hacer un estudio sobre el porqué de algunos curiosos títulos castellanos de películas extranjeras-, es la dirección de Anthony Waller.
Libanés instalado desde muy joven en el cine británico y conocido por Un hombre lobo americano en París (1997), la segunda de sus tres películas como director, Anthony Waller demuestra, una vez más, que no es un director dotado. No sólo planifica de la peor manera posible, sino que carece de poder de síntesis, lo que no le impide dar un cierto ritmo a la acción y manejar bien a su desigual reparto. Frente a un malvado Bill Pullman que para subrayar el lado cada vez más oscuro de su personaje fuma sin parar, y el un tanto inconsistente joven Devon Sawa, destaca Gabrielle Anwar en un personaje bien construido y bastante duro.
Babelia
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