El riesgo-país, o un país en riesgo
El vocabulario de la crisis económica llega al lenguaje cotidiano
DOS PALABRAS están en boca de todos los argentinos en estos tiempos en que la terminología economicista avanza de manera imparable. Dos palabras que, unidas, se transforman en una amenaza paralizante. Del riesgo-país se habla diariamente en Argentina. Concepto que todos mencionan y pocos entienden.
Día tras día, el dichoso índice se encarama por encima de los 1.000 puntos. Y esto, para los analistas, es muy malo porque implica un dramático aumento de los intereses de la elevada deuda externa del país y, en consecuencia, más riesgo de que el Gobierno no pueda hacer frente a sus compromisos financieros. Aquí aparece la otra palabra maldita que hoy está en todos los medios de comunicación: default, del inglés ponerse en mora o no pagar. De nuevo, ¿cuántos comprenden el significado del vocablo?
Recientemente, el riesgo-país de Argentina alcanzó niveles sólo inferiores a los de Nigeria y Ecuador. Algún programa de radio se apresuró a recordar la desesperanza en que viven estos dos países imposibles. Era un triste consuelo o más bien un motivo de alarma para los argentinos, acostumbrados a mirarse en espejos más relucientes.
Mientras proliferan en el nuevo vocabulario de los tiempos de la globalización palabras incomprensibles -riesgo-país, default, megacanje (de deuda)- crece el desánimo y la desconfianza de un número creciente de ciudadanos que se las ven y se las desean para llegar a final de mes. El desempleo ha aumentado, al igual que el empobrecimiento de grandes capas de la población. No creen en nada y temen lo peor. Un buen amigo se ha ido dos semanas de vacaciones a Europa. 'Espero que cuando regrese, el país exista todavía', fue su despedida.
El pesimismo se traduce en un deseo cada vez más generalizado de huir. Rara es la vez que al subir a un taxi en Buenos Aires el conductor no me pregunta, al notar mi acento, de qué parte de España soy. Su frase siguiente es: 'Tengo un hermano (o un primo, un sobrino, un cuñado...) allí. En cuanto pueda, vendo el taxi y me marcho'.
Frente al abatimiento colectivo se alza la voz y la poderosa personalidad del ministro de Economía, Domingo Cavallo, que pinta un cuadro que pocos vislumbran. Es el mejor momento para invertir, el país empezará a crecer vigorosamente, los especuladores perderán mucho dinero, dice y repite. La realidad, de momento, le desmiente y nos recuerda a todos que Argentina es un país en riesgo.
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