Matas bloquea un proyecto de recuperación del águila imperial

A unas semanas tan sólo de que acabe la primera fase de un proyecto para la reintroducción del águila imperial ibérica (Aquila adalberti) en España, los siete investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología) que lo desarrollan y la fundación que lo sufraga están en vilo, pendientes de una autorización del Ministerio de Medio Ambiente para continuar.

Todo apunta a que los 70 millones destinados por la fundación Fungesma para la segunda fase del programa no se gastarán. 'En caso de que nos nieguen la autorización para intentar la reproducción, destinaríamos el dinero a otro programa. Sería una verdadera lástima', afirma Juan Manuel Cabrejas, director de la fundación, patrocinada por la multinacional farmacéutica Glaxo-SmithKline.

El programa surgió de un convenio entre el CSIC y Fungesma para invertir cien millones de pesetas en diez años y dos fases. La primera ya está concluida. Dos becarios y cuatro investigadores del CSIC, coordinados por Miguel Ferrer (ex director de la Estación Biológica de Doñana), han dedicado tres años a diagnosticar los factores críticos que impiden la recuperación de esta rapaz. Según el avance del estudio, el mayor impedimento para esa recuperación es la escasa variabilidad genética. El equipo de Ferrer ha secuenciado por primera vez en el mundo un fragmento de 320 pares de bases del ADN mitocondrial del águila, unos minúsculos organismos que funcionan como centrales de energía con material genético heredado por vía materna.

Las 120 parejas sobrevivientes se encuentran agrupadas en siete poblaciones repartidas por Castilla y León, Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía. El 90% son genéticamente idénticos, con lo que difícilmente pueden sobrevivir si no se adoptan medidas urgentes.

La continuidad del proyecto del CSIC depende de un permiso de Medio Ambiente para fomentar la reproducción reducieneo la endogamia.. Una de las alternativas que se manejan es tomar uno de los tres polluelos de cada puesta anual del águila imperial (que no suele sobrevivir) y depositarlo en el nido de una pareja de otra población que no tiene reparos en aceptarlo. Para dar este paso con el que se reconstruiría la tela de araña rota de esta rapaz hace falta un permiso de Medio Ambiente y de la autonomía correspondiente.

Borja Heredia, responsable de especies amenazadas del Ministerio de Medio Ambiente alega que los proyectos de recuperación debe aprobarlos una comisión y ajustarse a la Estrategia Nacional del águila, entre cuyas sus prioridades no figura la reproducción, sino el refuerzo alimentario de la especie. Ferrer duda que la comisión aporte algo positivo. 'Cada reunión es una jaula de grillos. Pero nada me sorprende. En vez de dar una palmadita de agradecimiento ponen obstáculos'