La revolución de las células madre cerebrales se acerca a la práctica
Un investigador logra producir todos los tejidos oculares en laboratorio
La existencia de células pluripotentes en el cerebro se descubrió hace muy pocos años, y todavía no se han conseguido desvelar muchos de los misterios acerca de sus características y el papel que juegan. Se sabe que cumplen una función, aunque todavía no se conozca con detalle. En el bulbo olfatorio, por ejemplo, se ha comprobado que si se eliminan estas células madre se pierde capacidad olfativa. También se sabe ya que se pueden extraer, cultivar y reimplantar, lo que permite conjeturar sobre su utilidad para reemplazar zonas dañadas del cerebro y tratar enfermedades neurodegenerativas.
Uno de los primeros objetivos será, en opinión de Constantino Sotelo, director del Laboratorio de Neuromorfología del Hôpital de la Salpétrière en París, el tratamiento del Parkinson, ya que es una de las patologías más asequibles. Esta enfermedad es provocada por un déficit de un neurotransmisor llamado dopamina. 'La liberación de la dopamina la realizan ciertas neuronas de la sustancia negra, y lo hacen de manera paracrina, esto es, no por contacto directo entre neuronas sino liberando la dopamina al medio para que la reciban receptores específicos de neuronas que pueden estar a cierta distancia, como 100 o 200 micras. Es como la comunicación a través de la radio, en comparación con el teléfono. En el primer caso, hay un emisor y muchos receptores que captan la información en diferentes puntos, mientras que en el teléfono hay una comunicación punto a punto, como ocurre en el córtex, en el cerebelo y en otras zonas. Por eso es más fácil acometer el tratamiento del Parkinson. Basta con reponer los emisores', explica Sotelo.
La producción de dopamina es la consecuencia de una cascada enzimática de sustancias que se inicia con la tirosinahidroxilasa, un enzima que induce la producción de dopa, la cual a su vez se transforma en dopamina. 'Por eso, si se pueden implantar células madre capacitadas para producir dicho enzima en la zona donde actúan, que es en los ganglios de base, habríamos hecho un gran avance hacia el tratamiento del Parkinson. Es algo factible y probablemente se consiga en pocos años, aunque también podría ser un fracaso', añade.
Otras patologías podrían seguir este mismo camino. El pasado mes de febrero, científicos del Albert Einstein College of Medicine de Nueva York informaron de los prometedores resultados obtenidos en la regeneración de zonas cerebrales dañadas por un derrame cerebral en ratas de laboratorio, mediante la implantación de células madre cerebrales. Según Daniel M. Rosenbaum, portavoz del grupo, las células madre se desarrollaron y multiplicaron, convirtiéndose en neuronas y otros tejidos cerebrales y formando conexiones con las células adyacentes, lo que indica que la posibilidad de reparar las zonas dañadas por el derrame es bastante alta. 'El siguiente paso será tomar células del propio animal adulto, cultivarlas en laboratorio y trasplantarlas de nuevo en el cerebro del individuo de forma que puedan llevar a una recuperación funcional', dijo Rosenbaum.
En cualquier caso, la tecnología necesaria para desarrollar todas las potenciales aplicaciones de las células madre neurales está aún en mantillas. No es de extrañar que en una reunión del Club Cajal en el CSIC en Madrid la semana pasada, despertara especial interés la intervención de Derek van der Kooy, de la Universidad de Toronto, que explicó sus experiencias en el cultivo de estas células madre, mediante la utilización de diversos factores de crecimiento hasta conseguir formar neuronas y células glía. Según explicó, han identificado una célula madre primitiva que deriva directamente de las células madre embrionarias y constituyen el primer eslabón de la línea de especificación neural.
Van der Kooy está trabajando también en el estudio de células madre encontradas en los tejidos oculares, con resultados sorprendentes. 'Estas células madre están presentes en el ojo y no se dividen ni tienen aparentemente función alguna, pero si las extraemos y las ponemos en un platillo de cultivo, simplemente con agua, empiezan a proliferar y hemos llegado a tener 15.000 células en seis días a partir de una sola. En vitro, hemos comprobado que son capaces de producir todos los tipos de células necesarias para las diferentes partes del ojo', dice. Entre otras cosas, su equipo ha descubierto con asombro que, a pesar de ser aparentemente iguales a las células madre del cerebro, cuando las cultivan juntas, las primeras siguen produciendo células del sistema ocular y las segundas células propias del cerebro, lo cual sugiere que han tenido ya algún tipo de diferenciación previa. Y si en un cerebro embrionario de rata implantan células madre oculares se empieza a desarrollar un ojo.
Van der Kooy busca una nueva vía para el tratamiento de la ceguera y cree que sería especialmente factible conseguir regenerar los fotorreceptores daña-dos, aunque considera que todavía queda mucha investigación básica que realizar, por lo que opina que aún habrá que esperar al menos unos 25 años.
El Club Cajal fue la primera asociación de neurocientíficos de EE UU. Creada en 1947, celebra congresos y reuniones informales para debatir sobre los aspectos más avanzados de su campo de estudio, el cerebro. Cuenta con 400 miembros de todo el mundo y ésta ha sido la primera vez que se reúne fuera de Norteamérica. También entrega los premios Krieg International Kurdos, que recibieron en su edición 2001 Constantino Sotelo, por su dilatada trayectoria investigadora, y el rey Juan Carlos por su apoyo a la investigación en neurociencias.
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