Trabajo temporal
Yo pensaba que los trabajadores temporales estábamos en condición de desigualdad respecto al resto de los trabajadores (los fijos) y que lo lógico es que el Gobierno debería de buscar la forma de reducir desigualdades, por ejemplo, gravando a los empresarios que abusen de la contratación temporal e incentivando la contratación indefinida.
Pues bien, al realizar este año la declaración de la renta me encuentro con la siguiente sorpresa: los trabajadores fijos que ganen menos de 3.500.000 pesetas brutas al año no tienen que hacer la declaración. Por el contrario, los trabajadores temporales (o dicho en la sutil forma que nos dicen las instrucciones de la declaración: los que hayan trabajado en más de una empresa -el Inem cuenta como tal-) sólo están liberados de hacerla los que han ganado menos de 1.300.000 pesetas brutas al año. Es decir, la inmensa mayoría de los trabajadores temporales.
¿Por qué hace esto el Gobierno? ¿Ha tirado la toalla ante la evidencia de que no puede reducir la temporalidad y no quiere dejar de aprovechar esta numerosísima fuente de ingresos? ¿O acaso piensa que los trabajadores temporales se van a convertir en fijos por arte de magia para evitar el castigo que les supone pagar anualmente el IRPF?
La justicia, igualdad y redistribución del IRPF es anunciada a bombo y platillo en los medios de comunicación, haciendo énfasis en que todo aquel que cobre menos de 3.500.000 pesetas al año no tiene que declarar. Pero este bombo no hace más que esconder una política impositiva claramente injusta, desigual y nada redistribuidora de la riqueza.
Este IRPF es algo parecido al cuento de Caperucita. La televisión nos muestra una tierna abuelita, pero cuando abres la primera página y la leemos con detalle, entonces le vemos las orejas y los dientes al lobo.
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