Gracias por su visita, Mr. Bush
Vivo en una céntrica calle del Madrid de los Austrias, plagada, con permiso del Ayuntamiento, de tascas y automóviles. Aquéllas proliferan por doquier y éstos campan por sus respetos aparcando a su antojo. La suciedad de las aceras es manifiesta; con suerte, riegan la calle una vez al mes. Los tirones a viandantes, y turistas en particular, son frecuentes. Los contenedores de obras cargados de escombros ocupan las pocas plazas de aparcamiento existentes durante semanas.
Sin embargo, el día 12 estuvimos de suerte. Míster Bush y señora decidieron pasear por esta calle y nuestro 'querido alcalde' pensó que, aunque a diario no merezca la pena hacerlo, pues sólo hay vecinos de Madrid, para recibir esta visita era mejor limpiar el patio. En menos de 24 horas los agentes municipales y una caravana de grúas se llevaron todos los coches de la calle, impidiendo el estacionamiento a los propios residentes del barrio, aun cuando pagamos la correspondiente tasa municipal de la ORA.
Parece que las obras hubieran desaparecido, pues ni un contenedor ha quedado, y el servicio de limpiezas municipal ha desinfectado con zotal y agua a presión toda la calle, inundando algunos portales. Camiones de baldeo han pasado no menos de cuatro veces, dejando las aceras como una patena. Seis policías nacionales, dos secretas y dos municipales han colaborado en la detención de una presunta heroinómana que se pinchaba en el interior de un coche. No sé si a estas horas, siguiendo los consejos de Mr. Bush, habrá sido ejecutada.
En estos momentos, cuatro o cinco docenas de policías de uniforme patrullan la calle. De camuflaje habrá otros tantos, pues hay una proliferación de señores con sonotone en la oreja y mano bajo la chaqueta inusitada. En fin, Mr. Bush, venga usted más a menudo; pasee por nuestras calles, a ver si nuestro alcalde coge costumbre y nos hace la ciudad más habitable.
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